Toda organización social –o lo que es lo mismo pero en un plano más general: toda semiósfera–, hasta donde tenemos conocimiento, está sustentada por una ideología. En el presente vivimos sobre las ruinas del pensamiento capitalista; es decir, la tenue ideología del mundo posmoderno es la que nos impone el «pos-capitalismo». Pues bien, el resultado de la Modernidad fue la alienación del hombre mediante los medios de explotación propios de la producción capitalista. La calidad social de las organizaciones colectivas contemporáneas (Estados, Naciones y Pueblos) es sin duda infrahumana. Por tanto, estamos ante un tipo especial de semiósfera cuyo centro duro, es aún más rígido, opresor y alienante. Ante tal panorama toda esperanza parece cancelada.
Sin embargo, en toda semiósfera existen bordes o espacios de frontera provistos de una alta movilidad y de una baja ideologización. En ellos los paradigmas cronotópicos no son acatados ni defendidos con la unanimidad de las áreas más próximas al centro duro. Estos espacios «disidentes» (en un primer momento) van a generar los focos de resistencia (en uno segundo) a partir del instante en el que cambian su modo de ser/estar de la pasividad a la actividad. He ahí el poder casi viral de estas manifestaciones. Son cápsulas que almacena un cúmulo de mensajes disidentes y que adquieren una forma (o envoltura) determinada que las estructura otorgándoles una coherencia interna a través de un meta-texto. Traducción: el conjunto aleatorio de mensajes (o textos) es engarzado en un proyecto común con una causalidad interna y un fin externo. El ente viral busca vivir (se compone) a partir de sustancias no vivas. Los focos de resistencia pretenden generar sus propias ideologías alimentándose de los residuos de la semiósferas adyacentes, pero como los virus no se convierte en seres vivos, en ideologías, sino que se vuelven entes desilogizadores. Y dentro de esta extensa categoría esta la forma artística: la unidad estética mínima de movilidad pura registrada. Esta unidad puede afectar a la organización social de tres maneras:
- No la elimina ni se reproduce lo que demuestra la vigencia o juventud del organismo y su capacidad sintética plena. Status quo.
- No la elimina pero se reproduce, y por tanto conviven a partir de ese momento en el organismo una serie de procesos analíticos y sintéticos simultáneos: las reformas.
- La elimina y se reproduce, con lo que genera una verdadera revolución y se destruye el núcleo duro a través de procesos analíticos continuos.
Tras este breve recuento debo agregar que este esquema no está exento de un grado superlativo de abstracción pero que ejemplifica claramente el crecimiento, apogeo y decadencia de un sistema social de cualquier tipo. Los periodos 1 y 3 son de escasa duración y en determinados organismos casi inexistentes, mientras que el 2 esta sujeto a una cantidad considerable de agentes que lo hacen mucho más problemático e interesante. Es justamente la edad de los acuerdos pactados, de las relaciones imposibles.
Diría simplemente, de todo lo anterior, que es el paso (en clave biológica) del logos platónico al mythos de la revolución. Y viceversa.
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