Debo confesarlo, no todo es lo que parece, y mucho menos es lo que pretende ser. La otra noche fui a ver en la Ruiz (ojo, no doy más datos porque no me auspician) la presentación de un unipersonal interpretado por -como decía el afiche- "la primera actriz y dramaturga"
Delfina Paredes
en
Evangelina retorna de la Breña
Ya intuirán que con tales letras uno no podía esperar nada malo. La verdad no lo fue. Pero siendo sinceros tampoco fue nada extraordinario. Un esfuerzo más, como tantos. Y muchos me dirán que no siento la compenetración histórica de la actriz y del personaje. Pues no y la banderita tampoco la debe haber sentido. Soy postmoderno, una pose. Lo sé. Qué más da. Lástima. Como por lo que ocurre ahora en el norte. Bah. Mátenme si quieren pero el mundo ya no vive a la vuelta de la esquina. Y las causas de todo esto no están ni aquí ni allá; sino, y como fue desde siempre, en el más allá (entendido como la red de tele-comunicaciones que a su vez manda mensajes con fuerte contenido tele-informativo y que debe asumir su responsabilidad tele-moral). Así que dejemonos de discursos serios. ¡Que vivan los "neocolónidas"!
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