Bueno, esto me dio para pensar si es que realmente no padecen de algún mal congénito estos malhadados chicos. En fin, creo que es poco relevante si sí o si no. Que vivan como les plazca. Si hasta literatura tienen (Elizabeth Meyer) y ya han salido peliculas. Hablando de eso, la otra vez vi la primera de ellas en casa de alguien cuya identidad no quiero revelar para no complicar su situación social. Nadie sonreía. Y no me digan que son como esas pelis de los asíaticos que ya tienen versiones latinoamericanas, francesas y españolas donde esto responde a fines más interesantes. Pose, fría y barata, eso es. Aquí les dejo una divertida parodia:
Aun hay salvación:
Hace unos días, en lugar de leer en mi casa como un niño acomedido, me fui por el Centro a ver una exposición en la Casona. Era de retratos. Gente distinguida la que había pasado por los claustros sanmarquinos durante cinco siglos (XVI-XX). Fray Tomás de San Martín, Gregorio Martínez Ronceros, Pedro Bravo de Lagunas, Pedro de Oliveira, Antonio de la Cueva, Diego Montero del Águila, José Baquijano y Carrillo de Córdova, etc. Ante ellos me sentí pequeño, absurdo y poco serio, poco importante. Me sentí humilde. Y ante la universidad mucho más. Fue uno de esos escasos momentos en los que me da por amar apasionamente a San Marcos, como institución, como símbolo, como madre. Sé que el tono de estas palabras no va de acuerdo con lo habitual pero es la verdad. Y tuve esperanza, mucha en que algún día desparecerían los emos y sólo tendríamos a gente de inestimable y rotunda profundidad, otra vez.
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