El Trípode de Helena es un blog personal. En la parte superior de la columna izquierda, verán mi retrato y debajo una breve biodata. A continuación, están organizadas las entradas según los temas recurrentes y según la fecha en la que fueron publicadas. Si a alguno de ustedes le intriga el título del blog, de click aquí. Si están interesados en descubrir más acerca de la imagén del encabezado, entren aquí.

lunes, 22 de octubre de 2007

"Los siete sabios" de Laercio (V)

Canto Quinto: Periandro
Teognis agitó a los pobladores de Atenas diciendoles que el buen Solón quería proclamarse tirano de la polis, para luego vender a los atenesienses como esclavos a sus amigos extranjeros. Por eso, el sabio jonio no pudo acompañar a sus huéspedes en la busqueda de algún portador, pero les aconsejo que fueran con Periandro de Corinto.

domingo, 21 de octubre de 2007

"Los siete sabios" de Laercio (IV)

Canto cuarto: Solón

Surcando las tumba marina de Egeo, la furia de Poseidón arremetío contra el navío ocasionado que éste perdiese el rumbo. El vaiven de las olas y la densidad de la lluvia hicieron que el barco se inundara y que muchos hombre resbalaran de la cubierta y cayeran a las profundidades del embrabecido mar. El anciano Bías, aconsejó a sus amigos que se amarrasen al mástil para evitar caer del barco, y tanto Tales como Pítaco siguieron sus prudentes consejos. Sin embargo, la fatalidad hizo que el bolso de piel ovina que el sabio de Priene cargaba bajo el brazo fuera devorado por las aguas hasta hundirse totalmente. Aplacado el temporal, los tres viajeros permanecieron callados pensando en la forma de encontrar el trípode. Roto el timón y rasgadas las velas, los marineros también se pusieron en acción, tomaron los remos y buscaron la isla más cercana para poder desembarcar y refaccionar la nave.
Cuando el día declinaba ante Nix (la noche), el vigía del mástil distinguió dos grandes bloques de tierra hacia adelante, y en medio de ambos, un estrecho canal de agua. Bías, que había arribado innumerables veces a aquellos estados flotantes, les explico dónde estaban. Para el lado del corazón aparecia la inmensa Naxos, isla desde la que Ariadna había maldecido a Teseo por abandonarla; y para el otro, Paros "la isla de la piedra blanca" con la que los artesanos imitaban la vida sin movimiento. Pítaco, enterado de las pretenciones expancionistas de los naxios convención a la tripulación de tocar la amplia bahía de Paros, y estos no tuvieron mayor inconveniente en aceptar su propuesta. Conforme se aproximaron a la bahía, una estela de barcos destrozados les daba la bienvenida. La sospecha del antiguo tirano de Mitiline era corroborada, había comenzado una guerra entre las dos islas. Con los pies en tierra, la otrora próspera polis de Paros fue comtemplada con pavor por los extranjeros. Saqueada y en llamas ofrecía un espectaculo macabro de luces danzando en la oscuridad. Un sólo hombre estaba en pie para recibirlos. Arquíloco miraba el cielo con la cara ensangrentada. Nadie se acerco a él porque temieron que fuera un fantasma; nadie excepto Bías, quien le pregunto acerca de la desgracia. El herido le contó sobre el inicio de las hostilidades, sobre la defensa del puerto, sobre la perdida de la armada, sobre la destrucción de su patria; y Bías por su parte, le comentó de su misión y de la perdida de aquel valioso objeto que portaba. Arquíloco, lo miró unos instantes y luego lo condujó al templo de Dionisio, allí, en el altar de las ofrendas una pieza de oro brillaba por encima de la noche. Sí, era lo que buscaba, había llegado traído por el mar hasta las costas de Paros justo antes del inicio del combate, y él lo había guardo en la casa de su dios protector. Arquíloco le dijo a Bías que una nave había quedado intacta y lista para zarpar, la suya. Era pequeña pero cabrían sus compañeros en ella, y era necesario que abandonaran rápido la isla porque pronto volvería los naxios. Bías lo invitó a acompañarlos, pero él se rehusó, moriría defendiendo su hogar. Antes de despedirse del viajero, Arquíloco le dío un pedazo de cuero enrollado, y después, se interno en el templo para orar. El anciano de Priene hizo todo lo que le había dicho el sobreviviente con discreción para no llamar la atención de los marineros. Ya a lo lejos, en dirección a Atenas, los tres dejaban a un amigo, a un poeta y a un héroe:
"Corazón, corazón, agitado por penas sin remedio,
¡resurge!, defiéndete de los malvados con tu pecho
plántate firmemente ante la emboscada de tus enemigos,
y ni, venciendo, te jactes ostentoso,
ni vencido, gimas postrado en tu morada.
Alégrate en la dicha y enójate en la desgracia,
no en exceso. Conoce el curso de la vida humana. "
Y una tarde respiraron el aire jonio de la polis ateniense. Sólon que paseaba frente al areópago en compañía de algunos juristas de la ciudad vio venir a sus viejos amigos. De la guerra, de la ciencia y de la sabiduría, cada uno le trajo a la memoria tiempos difíciles, agitados y felices, pero tiempos al fin y al cabo. El sabio de Atenas los agasajo en su casa con saludables manjares, propios de la mesura helena. Luego, la plática tocó la razón de su encuentro y como temían los viajeros, su anfitrión también rehusó el titulo y el trípode. Uno de los juristas, que trabajaba con Solón en una nueva constitución para la polis dadas las severas leyes que había implantado Dracon, tomó la palabra para elogiar a su maestro: "Solón no es sólo un gran soldado bendecido con el valor de Ares, tampoco un insigne pedagogo dotado de la inteligencia de Atenea, mucho menos un gobernante notable como lo es Zeus del universo; Solón es un amigo que perdona las ofensas de sus enemigos. De joven, paladín frente al ejercito de Lesbos; de hombre, estudioso de los secretos de Egipto durante el gobierno del rey Amosis, quinto miembro de la dinastía de Sais, y de Megara, ciudad en la que se invento el buen reír (la comedia). En esta última polis, propaga por primera vez sus ideas sobre el gobierno de los pueblos. La participación de los ciudadanos para él es indispensable, el "demo" y su opinión valen tanto como la de los aristócratas y reyes. Allí se vuelve odioso a los ojos del poeta Teognis, noble de Megara. Sin embargo, logra implantar la democracia en dicha tierra y ahora, ha vuelto para mejorar con su sapiencia el sistema de leyes de la Acrópolis. Teognis quefue desterrado de su patria por ser contrario al progreso de la polis, ha sido acogido por el benevolente Solón aquí, en Atenas. Diganme prudentes extranjeros, si esto no es digno de admiración y alabanza." Todos estuvieron de acuerdo con lo que había dicho el joven jurista. El anciano jonio les dijo que el no era tan inteligente como su discípulo lo había descrito, y les pidió que aprovechando el tiempo de su visita lo ayudaran a terminar la nueva constitución de la ciudad. Así, los peregrinos descansaron de tan largo viaje y pasaron algunos meses en compañía de Solón, brindándole cada uno su consejo y su experiencia. Terminada la ardua labor, en fiesta solemne se presentaron las leyes al pueblo que aplaudía y danzaba a causa de la felicidad. Sabían que esas normas los protegían de la barbarie, haciéndolos más libre y más humanos.

sábado, 20 de octubre de 2007

"Los siete sabios" de Laercio (III)

Canto tercero: Pítaco

Durante la travesía, Tales aprovechó el tiempo para contarle a Bías como había vivido desde que abandonó su guía: "Después de recibir tus enseñanzas maestro, viaje a Egipto para iniciarme en el conocimiento de la astronomía con los sacerdotes del Nilo, y de la geometría con los escribas del Faraón. Ahí conocí a Solón de Atenas y a Ferécides de Syros, quien decía tener un sobrino bendecido por los dioses, llamado Pitágoras. Cuando finalicé mis estudios, logré resolver un problema que inquietaba mucho a los sabios del lugar, calculé la altura de las pirámides utilizando la sombra que proyectaban sobre la arena. Luego, decidí volver a mi patria para transmitir los conocimientos que había adquirido. Hallé terreno fértil para cosechar, por lo que formé una escuela a la manera egipcia. Ahora, varios jóvenes de Mileto han despertado su curiosidad y cada uno de ellos me sorprende continuamente con sus singulares hipótesis sobre el origen de la naturaleza, problema en que he centrado mi reflexión. Uno en especial me obliga a repensar mis propias conjeturas, su nombre es Anaximandro, algún se lo presentaré maestro."
Al amanecer, cuando el sol nacía del Oriente, los viajeros arribaron a Mitilene, puerto eolio de la isla de Lesbos. Bías conocía en la isla a un viejo amigo que había abdicado voluntariamente del gobierno de Mitilene, al cabo de diez años de reinado, dejándolo con una constitución firme y democrática. Recordaba todavía la última vez que lo había visto. Eran los funerales del hijo del tirano, que había muerto asesinado durante el séptimo año de su mandato. Sin embargo, a pesar del dolor que reflejaba el semblante del padre, éste perdonó al asesino y lo tomó bajo su protección. El anciano de Priene condujo a su discípulo por entre las calles de la ciudad, le mostró el teatro al que había asistido en varias ocasiones invitado por su amigo y, unos pasos más adelante, tocaron a la puerta de Pítaco en plena mañana.
El anfitrión los agasajó por el agradable reencuentro, y le narró a Tales como había empuñado la lanza y cargado el escudo cuando apenas era un muchacho para defender la independencia insular de las pretensiones atenienses comandadas por Frinón. Así, ambos se dieron cuenta de que tenían a otro amigo en común, Solón, que a pesar de haber peleado contra Pítaco en la guerra, terminó ganándose su respeto y admiración. Le contó, también, cómo al ganar la guerra fue nombrado general y gobernó junto al tirano Mirsilo la isla. Cuando murió, él quedó dueño del poder a pedido popular. Después, le hablo con nostalgia de aquella bella y próspera época intelectual de Lesbos, cuando fundó una escuela poética y encargó su conducción al aristócrata Alceo, con quien tenía ciertas diferencias políticas, y a la idílica Safo, muy amiga suya. Antes de concluir, habló de los años postreros de su reinado, de la perdida de su querido Tirreo, y de como el homicida se había convertido en su más fiel servidor.
Con el crepúsculo, Bías llevó la plática hacia el motivo de su visita, el trípode. De nuevo, otro sabio se rehusó a quedarse con el áureo artefacto, pero, aceptó la invitación de Tales para acompañarlos en su búsqueda de algún portador. Entonces los tres por consenso supieron cual sería su próxima parada. Cenaron en silencio, fatigados por la extensa conversación, y pasaron la noche en casa de Pítaco. A la mañana siguiente, subieron a una barca mercante con el inequívoco rumbo de Atenas.

miércoles, 17 de octubre de 2007

La magía del "Magis"

Aparte de las conocidas acepciones pedagógicas que se nos vienen a la mente al escuchar o leer la raíz latina magis, esta palabrita tiene un sentido menos conocido y que esta vinculado con la "Espiritualidad Ignaciana". Para el Santo de Loyola significaba aumentar las propias competencias y capacidades para ponerlas al servicio de los demás (prójimo), y de esa manera, hallar la realización del ser humano, que procura trascender y encontrar la felicidad en el desprendimiento propio y en el compartir solidario.
Pues bien, aún existen deo gratias gente comprometida con la visión de San Ignacio. Así el voluntariado universitario jesuita Magis, es un espacio creado para canalizar las iniciativas juveniles de apoyo a poblaciones pobres (niños, jóvenes y ancianos) y de riesgo en nuestro país. Ellos ponen al servicio de los demás su formación profesional, colaborando con el desarrollo y bienestar local. El espíritu de servicio le da pleno sentido a sus actividades, que buscan crear una sociedad más justa, más solidaria y más humana.
Y con el fin de recolectar dinero para el voluntariado del próximo año, los miembros del Magis han decidido aprovechar la temporada navideña para vender unas coloridas (en exceso creo) tarjetas. Comprándolas, ayudaras a dar a los niños y ancianos de Magis El Agustino, Magis Cerro Japón, Magis Posadita del Buen Pastor, Magis Pamplona, Magis Hogar Domi, Magis Asilo Canevaro, Magis Arcoiris una manera nueva y diferente de ver la vida y una razón más por la cual sonreír.

martes, 16 de octubre de 2007

"Los siete sabios" de Laercio (II)

Canto segundo: Bías

Después de algunos días de viaje, Tales llegó a Priene, y cuando cruzó el umbral de la casa de su maestro, lo encontró reunido con una comitiva de modestos hombres de Zancle (Messina). Bías recibió a su querido discípulo y trató de ocultar el motivo de la entrevista. Sin embargo, uno de ellos emocionado apaciguó las inquietudes de Tales: tiempo atrás, unos piratas fenicios habían secuestrado a sus hijas, cuando arrivaron con su infame mercancía a la ciudad, el benévolo anciano pagó por la libertad de todas ellas, y no satisfecho con eso, se encargó de educarlas. Los agradecidos padres, enterados de lo sucedido, habían resuelto emprender la travesía a través de las peligrosas aguas del "Gran Mar rodeado de tierra" desde las costas de Trinacria en la Magna Grecia.
Al escuchar la profecía del trípode, los peregrinos extranjeros y los respetables naturales de la ciudad, llamaron a asamblea a todo la población. Allí, llegaron a la conclusión de que Bías era "el más sabio de todos los hombres de la tierra", pero el ensalzado declinó de tan gran honor; y una vez terminadas las celebraciones del reencuentro entre los padres y las hijas, zarpó en una pequeña embarcación al lado de su antiguo aprendiz, con el armatoste en el morral, rumbó a la isla de Lesbos.

lunes, 15 de octubre de 2007

Hace un mes y 19 años, nacimiento; hace un mes y 409 años, asesinato

"¿Acaso no es nada, desafiar al cielo y creer que el cielo puede en el mismo momento reducirnos a cenizas? De aquí la suma voluptuosidad, dicen, de tener una amante monja, y monja piadosísima, que sabe muy bien que peca y pide perdón a Dios con pasión, como con pasión peca." (Dominico Paglietta, escritor napolitano)

Beatrice Cenci, atribuido a Guido Reni.


De su prolongada estancia en Italia -en total una tercera parte de su vida- nació indirectamente su segunda gran novela (La cartuja de Parma) y directamente los relatos de aparición póstuma agrupados bajo el nombre de Chroniques italiennes. En el prólogo de una de esas "crónicas", cuenta cómo compró a un viejo patricio el derecho a copiar ciertas historias de unos antiquísimos manuscritos italianos. Le escribiría a Saint-Beuve (el célebre crítico intencionista) a fines de 1832: "Tengo, pues, ocho volúmenes en folio de anécdotas completamente ciertas escritas por los contemporáneos en una especie de jerigonza. Cuando yo vuelva a ser un pobre diablo viviendo en el cuarto piso, traduciré esto fielmente..." Por fortuna, no las traduciría tan fielmente como anunciaba en su carta. Martineau, después de leer los originales y las "copias" escritas por el cónsul francés, da fe de que el traductor crea gran cantidad de detalles, de pequeños rasgos reveladores, añade reflexiones significativas y, gracias a su estilo propio y vivaz, imprime un movimiento sorprendente a estos dramas un tanto estancados (y) resplandece por doquier una claridad nueva, infundiendo al relato una rapidez rezumante de arte y de vida. Además, en algunos relatos llega a incorporar sus ideas generales y esa filosofía de la novela que ya había expuesto en La cartuja de Parma. Este es el caso de la crónica titulada Los Cenci, en donde un preámbulo extenso le permite exponer sus reflexiones sobre el tipo de "don Juan", tema siempre tocado por la literatura, y que él ya había tratado en su ensayo Del Amor. Para Sthendal, un hombre tuvo el arrojo necesario como para llamarse a sí mismo don Juan, Francesco Cenci, quien murió asesinado ante su mujer y su hija el 15 de setiembre de 1598.
Francesco, un noble romano de temperamento iracundo y fogozo, llegó a cometer violentar a su hija Beatrice. Esto, no sólo motivó el odio más hondo de la ultrajada, sino que también desencadenó un complot en el que estuvieron involucrados los hermanos de Beatrice y hasta su madre adoptiva, porque todos ellos estaban cansados de los continuos abusos de Cenci. Intentaron envenenarlo, pero el plan no funcionó, así es que armados de valor Giacomo y Bernardino (hijos de Francesco) lo golpearon salvajemente con un martillo, mientras la humillada hija veía realizada su venganza. Al final, hecho una masa informe y viscosa, los conjurados lo arrojaron desde uno de los balcones del castillo. Pero nadie creyó en la casualidad del hecho, y la policía papal inicio una investigación para aclarar los acontecimientos. Encontrada la culpabilidad de los familiares, todos sufrieron una espantosa muerte, excepto el menor de los hermanos de Beatrice, Bernadino. Casi un año después de cometido el homicidio, el sábado 11 de setiembre de 1599 en el Castel Sant' Angelo y ante la presencia solemne del papa Clemente VIII Aldobrandini; Lucrezia Petroni y su hijastra fueron decapitadas (el amante de esta última ya había sido torturado hasta morir), y el joven Giacomo fue descuartizado.
Dejó a Beyle la descripción de su persona:
"Beatrice Cenci, que será llorada eternamente, tenía dieciséis años justos; era pequeña, bonitamente entrada en carnes y con unos hoyitos en medio de las mejillas, de manera que, muerta y coronada de flores, dijérase que estaba dormida, y hasta que reía, como solía hacerlo en su vida. Tenía la boca pequeña, el pelo rubio y bucles naturales. Cuando iba a la muerte, estos bucles rubios le caían sobre los ojos, lo que le daba cierta gracia y movía a compasión."
Y movía a compasión. Cómo puede Uno pensar en su cumpleaños, cómo puede uno huir de aquella sentencia de Danton: "La verdad, la amarga verdad."


"Fémina inquieta y andariega"


En su Guía de pecadores (obra construida como los aforismos y los diálogos ciceronianos), el dominico fray Luis de Granada -nacido "de Sarria"- (1504-1558) dice que para fortalecer la vida religiosa es preferible una sabia y mayor cultura de los espíritus a las hogueras inquisitoriales. Sin lugar a dudas este sabio orador español (que apoyó con sus atributos retóricos la implantación de la Compañía de Jesús en Portugal) no hacía más que verbalizar los avances y las experiencias místicas que con tan buenos resultados habían realizando sus compatriotas en los espinosos campos de la profundización personal de la fe (Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Fray Luis de León) y del famoso discernimiento de espíritus (San Ignacio de Loyola). Hoy, 15 de octubre, se conmemora la festividad de la santa de Ávila, así es que tomo eso como pretexto para escribir las líneas que siguen:
Una niña de labios finos y piel lechosa, corre sobre los campos castellanos; corre y se deja acariciar por los alborotados vientos que arremeten desde las costas lejanas. De ascendencia judía (convertida probablemente por el justificable miedo a la Inquisición), la pequeña Teresa, huérfana de madre, comparte sus catorces años con la naturaleza. Tiene una imaginación poderosa, gusta de ataviarse galantemente, y brilla a causa de su agudo ingenio. A pesar de pertenecer a una familia numerosa en hermanos, uno de ellos es el más cercano a la futura carmelita. Con Rodrigo, trata de componer en sus ratos libre un libro de caballerías, del cuál tiempo después se avergonzaría, y trataría de redimir su falta convenciendo a su cómplice de acompañarla a "tierra de infieles" para morir martirizados (proyecto que felizmente no se concretaría jamás).
En 1534, a los diecinueve años de edad, Teresa de Cepeda y Ahumada, ingresa al convento de la Encarnación, en Ávila. Tardaría más de veinte años en desarrollar su poderosa y múltiple personalidad -santa, escritora, fundadora, mística y reformadora-, con actividades que no cesarían hasta el día de su muerte. En 1556, influenciada por las Confesiones de San Agustín y por orden de su confesor decide escribir su Vida; luego, comienza la difícil tarea de la reforma de la orden carmelitana(1) y la fundación de innumerables conventos. Incluso llega a redactar en 1569 unas Advertencias espirituales dirigidas al monarca Felipe II, en las que opone a la Reforma un arma que juzga poderosísima y suprema: el amor. Pero, su proyecto de renovación le acarreó terribles disgustos: sus compañeros "calzados" -opositores suyos- denunciaron a la Inquisición su obra autobiográfica con la intención de desterrarla a las Indias, e incluso llegaron a llamarla -en Medina- trotona(2). El monseñor Sega la confinó en Toledo, calificándola de "fémina inquieta y andariega" en 1578. Esas vicisitudes le permitirían fortalecer su vida interior y fruto de ello compone aquel monumento de la literatura mística que la consagraría como una de tres únicas Doctoras de la Iglesia Católica: El Castillo Interior o Las moradas. Libro magistral que le tomó tan sólo seis meses terminar. Más adelante, Felipe II decide apoyar a los carmelitas descalzos y formar con ellos una provincia aparte; corría el año de la conquista de Portugal (1580). En su último viaje saliendo de Burgos , la infatigable mujer -de 67 años- paró para descansar en la residencia de la duquesa de Alba, eternamente.
Desde agosto de 1562, fecha del establecimiento del primer monasterio según la observancia "descalza", hasta abril de 1582, había fundado personalmente más de treinta conventos. Y según testimonio de su contemporáneo, el humanista agustino Luis de León, la población de los monasterios carmelitas excedía el millar de almas.
Fue beatificada en 1614 por el papa Pablo V, y casi ocho años después fue reconocida su santidad por Gregorio XV. En la actualidad, lo que queda de su cuerpo (dado que su pie derecho y su mandíbula superior están en Roma, su mano izquierda en Lisboa, su ojo izquierdo y su mano derecha en Ronda -España-, su brazo izquierdo y su corazón en relicarios en la Iglesia de la Anunciación en Alba, y sus demás dedos y pedazos de carne esparcidos por toda la cristiandad) está cerrado bajo nueve llaves: tres las tiene la duquesa de Alba, tres las monjas del convento donde está enterrada, y las tres restantes, el confesor de dichas religiosas.
Que mejor manera de recordar su celebración que leyéndola:

Sea mi gozo el llanto,
sobresalto mi reposo,
mi sosiego doloroso
y mi bonanza el quebranto.

Entre borrascas mi amor,
y mi regalo en la herida,
esté en la muerte mi vida
y en desprecios mi favor.

Mis tesoros en pobreza,
y mi triunfo en pelear,
mi descanso en trabajar
y mi contento en tristeza.

En la oscuridad mi luz,
mi grandeza en puesto bajo.
De mi camino el atajo
y mi gloria sea la cruz.

Mi honra sea el abatimiento,
y mi palma padecer,
en las menguas el crecer,
y en menoscabos mi aumento.

En el hambre mi hartura,
mi esperanza en el temor,
mis regalos en pavor,
mis gustos en amargura.

En olvido mi memoria,
mi alteza mi humillación,
en bajeza mi opinión,
en afrenta mi victoria.

Mi lauro esté en el desprecio,
en las penas mi afición,
mi dignidad sea el rincón
y la soledad mi aprecio.

En Cristo mi confianza,
y de Él sólo mi asimiento,
en sus cansancios mi aliento
y en su imitación mi holganza.

Aquí estriba mi firmeza,
aquí mi seguridad,
la prueba de mi verdad,
la muestra de mi firmeza.

Adiós, Esposa de Jesús, temo admirar más tu talento que tu santidad.

1.-Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo: Orden religiosa que surgió alrededor del siglo XII en Palestina. El francés Berthold Avogadro (San Bartolo), que había ido a Tierra Santa como cruzado, fundó la congregación junto a un grupo de ermitaños. Inspirándose en las enseñanzas del profeta Elías, se retiran a vivir al Monte Karmel (jardín). La regla original, escrita para ellos en 1209 por el patriarca latino de Jerusalén, Alberto de Vercelli, era muy severa: les exigía vivir en pobreza, y en total soledad, absteniéndose de comer carne. Después de las cruzadas, el inglés san Simon Stock reorganizó a los carmelitas transformándolos en una orden de frailes mendicantes. La reforma del carmelo, emprendida en el siglo XVI, lograría triunfar esgrimiendo principios aún más estrictos que los originales. En la actualidad, los Carmelitas Descalzos se dividen en tres ramas: frailes, monjas y seglares.
2.-Trotona: La tercera acepción del vocablo es muy explícita, "señora de compañía".

sábado, 13 de octubre de 2007

"Los siete sabios" de Laercio (I)

Canto primero: Tales

Unos pescadores de la isla de Cos, encontraron en sus redes el trípode que Helena de Troya había arrojado al mar durante su retorno a Esparta. Aquel objeto había sido forjado en las fraguas de Hefesto, quien lo obsequió a Penélope el día de sus nupcias. Menelao se hizo con él, pero se lo robó París cuando raptó a la mujer del espartano. Los pescadores habían vendido por anticipado el contenido de sus redes a unos viajeros de Mileto, que pernoctaban en la isla; pero, al descubrir la valiosa captura, se negaron a dársela a los viajeros. De está forma estalló una guerra entre Cos y Mileto.
Viendo que el enfrentamiento no tenía fin, los combatientes acudieron al oráculo de Delfos, para saber que hacer con el trípode. Fueron así, tanto el tirano de Mileto, Trasíbulo, y el rey de la isla de Cos. El Oráculo mandó que el trípode fuese entregado al hombre más sabio de la tierra. A la vuelta del viaje, Trasíbulo visitó a su amigo Periandro, quien era tirano de la rica Corinto. Ambos llegaron a la conclusión de que dicho hombre no podía ser otro más que Tales, aquel que había pronosticado el ocultamiento de Helios. Entonces, el gobernante de Mileto le entregó el armazón al filósofo. Sin embargo, éste rechazó modestamente el título de ser "el más sabio de la tierra", y decidió ir con el trípode a ver a su antiguo maestro Bías de Priene, que vivía en la Caria.

El significado de los senos

Durante el ajetreado siglo XVI, Francisco I (como el buen heredero de Augusto que creía ser) quiso traer a Francia a los más importantes artistas italianos de la época. De entre todos los que pisaron suelo galo debido a la insistencia del monarca, cabe mencionar al pintor manierista Rosso Fiorentino (el Rojo Florentino), al arquitecto Sebastiano Serlio (quien construyó el Château de Fontainebleau), al pintor-decorador modenés Niccolò dell'Abbate, y el escultor y gran orfebre Benvenuto Cellini (artífice de la célebre escultura en bronce Perseo degollando a Medusa, realizada en honor a Cosme I de Médicis). Estos artistas introdujeron en el arte francés las formas elegantes de la Antigüedad clásica, intentando dotarlo de la plasticidad renacentista.
Nos reune ahora una obra de ejecución cuidada y hermético significado, perteneciente a la ya descrita Escuela de Fontainebleau, cuya autoría permanece todavía en el anonimato: Gabrielle d'Estrées y una de sus hermanas.
El cuadro (actualmente en el Louvre), datado de 1594, presenta una escena muy íntima, pues el marco elegido para la composición es un baño. Unas cortinas rojas anudadas con rigidez, encierran la composición en la que hallamos a estas dos hermanas desnudas. Una de ellas está realizando una acción, sin lugar a dudas, sugerente. Al fondo del aposento podemos apreciar a una tercera mujer, vestida con una lujosa indumentaria (de tonalidad tan encarnada como el cortinaje), cosiendo.
Las dos aristócratas, apoyadas sobre la repisa, entablan un diálogo hipnotizante con el espectador; ya sea a través de sus posturas, de sus miradas o de las leves sonrisas que esbozan. Los peinados, resueltos a modo de recogido, permiten apreciar la tersura de los rostros. Sin embargo, el tratamiento que el artista realiza de los cuerpos desnudos indica un desconocimiento de la anatomía humana, pues los mismos se asemejan a frías esculturas de mármol. La postura de las manos, que es la misma en las dos hermanas, nos remite a esa delicadeza propia que imperaba en la corte de Enrique IV (de quien fuera favorita la retratada). El pintor resuelve con maestría los ropajes, las cortinas o la tela que cubre la repisa del baño, elementos que dotan de gran calidez al cuadro, permitiendo un magnifico contraste con lo lívido de los torsos.
Un apunte final, es curioso observar como el artista coloca un pendiente en la oreja de cada hermana, detalle con el que pretende (y logra con suma simpleza) reflejar la condición social de las modelos.

Bienvenida

"Ruego al cielo que el lector, animado y momentáneamente tan feroz como lo que lee, encuentre, sin desorientarse, su camino abrupto y salvaje, a través de las desoladas ciénagas de estas páginas -digitales- sombrías y llenas de veneno, pues, a no ser que aporte a su lectura una lógica rigurosa y una tensión espiritual semejante al menos a su desconfianza, las emanaciones mortales de este libro -en este caso: blog- impregnarán su alma lo mismo que hace el agua con el azúcar."
Así bautizo a este herético aborto de la tecnología y de las letras. Cual Parfait (perfecto) cátaro, aplicó el Consolamentum(1) a los desahuciados que caigan bajo el influjo de las palabras y de los hechos narrados y por narrar. Gracias Ducasse(2) por tus cantos de tibieza acongojada.

1-Consolamentum: Especie de sacramento (actualmente en desuso) que se administraba con la imposición de ambas manos. Único reconocido entre los herejes de la Baja Edad Media que habitaban el sur de Francia.
2-Isidore L. Ducasse: Poeta simbolista nacido en Uruguay a mediados del siglo XIX. De padres franceses; viajó a la París donde publicó su obra maestra Los Cantos de Maldoror, bajo el significativo seudónimo de Comte de Lautréamont.