Canto segundo: Bías
Después de algunos días de viaje, Tales llegó a Priene, y cuando cruzó el umbral de la casa de su maestro, lo encontró reunido con una comitiva de modestos hombres de Zancle (Messina). Bías recibió a su querido discípulo y trató de ocultar el motivo de la entrevista. Sin embargo, uno de ellos emocionado apaciguó las inquietudes de Tales: tiempo atrás, unos piratas fenicios habían secuestrado a sus hijas, cuando arrivaron con su infame mercancía a la ciudad, el benévolo anciano pagó por la libertad de todas ellas, y no satisfecho con eso, se encargó de educarlas. Los agradecidos padres, enterados de lo sucedido, habían resuelto emprender la travesía a través de las peligrosas aguas del "Gran Mar rodeado de tierra" desde las costas de Trinacria en la Magna Grecia.
Al escuchar la profecía del trípode, los peregrinos extranjeros y los respetables naturales de la ciudad, llamaron a asamblea a todo la población. Allí, llegaron a la conclusión de que Bías era "el más sabio de todos los hombres de la tierra", pero el ensalzado declinó de tan gran honor; y una vez terminadas las celebraciones del reencuentro entre los padres y las hijas, zarpó en una pequeña embarcación al lado de su antiguo aprendiz, con el armatoste en el morral, rumbó a la isla de Lesbos.
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