Vibra la brisa seráfica del alba
por encima de las cúpulas bizantinas,
y el incienso en rapsódicas humaradas
asciende junto a la pálida estrella vespertina.
Por encima de las cúpulas bizantinas,
en agónico esténtor de las parturientas,
asciende junto a la pálida estrella vespertina
un rayo de divina luz sangrienta.
En agónico esténtor las parturientas
de sus jorobados vientres defecaron, ¡oh, rameras!
un rayo de divina luz sangrienta;
nueve lunas del maldito aquelarre postreras.
De sus jorobados vientres defecaron las rameras
el cadáver exquisito de un neonato sin alma,
nueve lunas del maldito aquelarre postreras.
¡Vibra aún la brisa seráfica del alba!
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