El Trípode de Helena es un blog personal. En la parte superior de la columna izquierda, verán mi retrato y debajo una breve biodata. A continuación, están organizadas las entradas según los temas recurrentes y según la fecha en la que fueron publicadas. Si a alguno de ustedes le intriga el título del blog, de click aquí. Si están interesados en descubrir más acerca de la imagén del encabezado, entren aquí.

martes, 19 de noviembre de 2013

Contrato

Por el presente contrato (aunque no sé realmente si lo sea) los abajo firmantes, es decir, tú y yo, se comprometen a llevar la fiesta en paz, a comer de vez en cuando del mismo plato, a recorrer interminables kilómetros como viandantes de ocasión, a mirarnos a los ojos, a ser más normales, a ser menos monses, a olvidar los libros de teoría -sean de Bajtín o de Lacan-, a pensar o practicar alguna “tura”: literatura en tu caso, pintura en el mío, y demás.
A levar anclas cuando estemos cansados, a ver morir lo que deba morir con hidalguía, a desconfiar del mal gusto, a apurar el vaso hasta la última gota, a no naufragar en vano, a comprarnos una armónica, a no hablar de corridas ni de doramas, a suprimir de nuestro diccionario toda palabra cursi, a reírnos de las solemnidades, a ser solemnes en los lugares más ridículos, a tener siempre los caracteres incompatibles, a beber agua, a no agonizar adrede (y eso va para ti), a tener alianzas con otras repúblicas amigas, pero nunca formar imperios, a ser dos ciudades vecinas, a odiar los cuentos de hadas, a vivir al revés como Alicia, a perder todas las carreras, a pensar despacio y hablar deprisa, a morir solo de risa, a ver alguna vez Besos robados de Truffaut, a admirar a las aves de paso, a no voltear hacia atrás para volvernos de sal, a buscarle tres patas a los gatos, a saltar en un pie hacia los acantilados, a soñar con la cara oculta de la Luna, a jalarle las barbas a todo revolucionario, a levantarle las faldas a las monjas, a no ser sordos ante el tango, el son y el mambo, a quemar nuestras carabelas, a jugar a la ruleta rusa, a luchar sin trincheras, a comer manzanas de árboles prohibidos o ponérnoslas en la cabeza para esperar a Guillermo Tell, a tratarnos como mercenarios, a empollar el huevo de toda serpiente, a amar a la Edad Media, la Inquisición y el carnaval, a marcharnos bien lejos algún día, a no imitar a nadie, a destruir de nuevo las murallas de Jerusalén, a recorrer años y leguas, a adorar tanto al neón como al sol, a hacer trampa alguna vez, a imaginar este mundo sin las personas que lo afean y lo entristecen, a imaginarlo también sin nosotros dos.

Lima, escrito / hace mucho tiempo.

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