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domingo, 16 de junio de 2013

Género y discriminación en el Perú




Introducción

A mediados del 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas creó ONU Mujeres, la Entidad de la ONU para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer. Este fue un avance significativo de los países miembros para alcanzar uno de los Objetivos del Milenio: Promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer.

Una distinción fundamental

Cabe distinguir dos conceptos para poder entender la labor de este organismo en el contexto actual.
A partir de las investigaciones en la Polinesia de la antropóloga estadounidense Margaret Meed (Adolescencia, sexo y cultura en Samoa, 1928 y Sexo y temperamento en tres sociedades primitivas, 1972) se inició el debate en torno a la relación entre sexo y género, a través del estudio de roles, como la maternidad, que respondían más a factores culturales que biológicos.
En primer lugar, el género es «el modo de ser hombre­/mujer dentro de una cultura determinada», se trata de patrones de comportamiento aprehendidos socialmente, construidos culturalmente y respaldados históricamente. Por otro lado, el sexo se refiere a «las características fisiológicas propias de hombres y mujeres»; sin embargo, algunos aspectos vinculados tradicionalmente al sexo pueden ser moldeados por razones de género.

Brechas y discriminación

Existe en el país cuatro dimensiones en las que es evidente la distancia que separa, por razones de género, a la población: educación, violencia, ciudadanía y trabajo. Las cifras en ese sentido son claras.
La tasa de analfabetismo en el Perú hacia el 2001 era de 6,1% en los hombres y 17,9% en las mujeres.
Según el Ministerio Público (2010) el 38,4% de las mujeres ha sufrido algún tipo de violencia de parte de su pareja y existen 10 casos de feminicidio al mes. De las 4910 denuncias de violación a nivel mundial al año, 93% fueron sufridas por mujeres y en 55% se empleó la violencia física, lo que hace de esta problemática una pandemia global.
El uso del lenguaje también reproduce la discriminación al connotar negativamente la apertura a la vida ciudadana de la mujer (“mujer pública”=prostituta) circunscrita tradicionalmente a la vida privada del hogar.
Por último, en cuanto al campo laboral, el 67% de las mujeres trabaja en el sector informal (a diferencia del 53% en el caso de los hombres) y tienen un ingreso promedio de S/. 828,8, lo que representa un 65% del sueldo promedio de los hombres (S/. 1323,3). Además, trabajan semanalmente unas 9 horas más que estos.
Todo lo anterior demuestra que existe una discriminación por género en el Perú, debido a una concepción de la mujer como  objeto y no como sujeto autónomo.

Herramientas de análisis

El análisis de género permite identificar las condiciones de vida, según esta variable, en cada sociedad y representa una superación de la perspectiva anterior que afrontaba está situación como una “problemática” exclusiva de la mujer.
Existe una distribución disímil del conocimiento, la propiedad, los ingresos, las responsabilidades y los derechos entre los hombres y las mujeres. Esto afecta a la población marginada en dos dimensiones.
La dimensión de la distribución que implica la división sexual del trabajo (reproductivo/productivo) y los roles tradicionales (mantenedor/proveedor) con problemáticas propias como la segregación ocupacional y salarial (feminización de una profesión) y el uso inequitativo del tiempo.
Y la dimensión del reconocimiento en la que existe una diferente valorización de lo masculino y lo femenino vinculados simbólicamente a lo civilizado y la naturaleza, respectivamente. Las principales problemáticas de género en este caso son las relaciones de poder-violencia y el control de la sexualidad de las mujeres.

Perspectiva de cambio

La perspectiva de género asume un papel importante, porque se trata de  «un proceso de cambio estructural en las instituciones, la cultura y hasta la forma de pensar y vivir diariamente».
El Gobierno debe ahondar, a la hora de elaborar las Políticas Públicas, en la transversalidad de género (mainstreaming), un proceso técnico y político que engloba tanto a los objetivos como a las estrategias para conseguirlos (“normalización”).
Para eso, debe analizar si sus propios proyectos de desarrollo asumen o no una perspectiva de género, y así evitar caer en el esencialismo, el cuantitativismo, la masculización, el familismo, la falsa igualdad de las oportunidades o el enfoque limitado en la mujer sin considerar sus relaciones sociales.

Conclusiones


La solución a esta situación de exclusión y marginalidad de la mujer en nuestro país debe plantearse desde la búsqueda de nuevas formas de construcción de la masculinidad y la feminidad, combatiendo los roles establecidos tradicionalmente para crear relaciones igualitarias que atiendan a identificar las necesidades de cada colectivo. 

Nota: Todas las citas pertenecen a la conferencia sobre Igualdad de género dictada por la Mg. Bethsabé Andía Pérez del PNUD-Perú.

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