I
César cogió intencionalmente el libro en busca de
una cita memorable. Apenas lo abrió, encontró la hoja de un árbol cuyo nombre
no conocía. Aquellos arranques de lector romántico dibujaron una compasiva
sonrisa en sus labios. «La Naturaleza es un impostura de los seres urbanos». Lanzó
el separador de materia orgánica por la ventana de la custer. La insoportable, página 13, segundo
párrafo: «Pero si el eterno retorno es la carga más pesada, entonces nuestras
vidas pueden aparecer, sobre ese telón de fondo, en toda su maravillosa
levedad». Tanto para él como para el autor como para Parménides: Lomismo. «Es
inútil empezar a escribir sin tener nada que contar». César pensó en una larga
lista de contraejemplos; aunque -por el momento- solo recordó dos: Beckett. «Es
que Beckett es como dos autores en realidad» había dicho en uno de los bares
que pululan por los extramuros de San Marcos. Nunca aclaró si su distinción
partía de aspectos genéricos -correctos por su onanismo estructural- (un
Beckett dramaturgo y un Beckett narrador), lingüísticos -en los que no tenía
ninguna competencia- (uno escritor en inglés y otro en francés) o biográficos
-incorrectos por estar demasiado demodé-
(el polígamo heterosexual y el “secretario” particular de Joyce). Sin embargo,
César no recordaba nada de esto; y, así lo hiciera, sería intrascendente para el
propósito que perseguimos el héroe, el narrador y yo.
II
Al
cruzar Venezuela, tuvo que cerrar el libro. Pero al hacerlo lo embargó una
terrible convicción:
- Mañana o pasado (pero antes
de morir), cuando vuelva a tomarlo entre mis manos, encontraré, en la misma
página y con el mismo significado, esa hoja
de un árbol cuyo nombre no conocía. Y al Insípido también, esperándome.
Impaciente, sin que el
vehículo dejara de estar en movimiento, saltó hacia la acera. Temerario, cruzó
la pista y obvió el reclamo del portero. Liviano, flotó en dirección a la
facultad en busca de algún fanático de Kundera. Insípido ya, recordó que en aquel lugar no tenía ningún amigo.
(Por el contrario, la ausencia
absoluta de carga
hace que el hombre se vuelva más ligero que
el aire, vuele
hacia lo alto, se distancie de la
tierra, de su ser terreno, que sea real sólo
a
medias y sus movimientos sean tan libres
como insignificantes).
2 comentarios:
Escribes muy buenos ensayos y artículos, te felicito. Pero tus apuntes de cuentos, bocetos, lo que sea, apestan. Tienes una prosa monótona, de cualquier parte, recontra esquemática.
No tengo ninguna objeción al respecto. Me quedo con eso de "una prosa... de cualquier parte".
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