No
other poem in the 1798 Lyrical Ballads
is so regular.
Robert Hale
Para poder escuchar el sentido de
una canción es necesario oírla de nuevo. Para poder aprehender la voz que la
entona es indispensable cerrar los ojos e imaginar que estamos en un pequeño
concierto. Joyce, como no lo ha hecho ningún otro escritor, logró trasmitirnos
con palabras esa sensación en un capítulo de Ulises, dedicado a la música. En parte, esta lectura, se basa en su
ejemplo: una fuga per canonem para
otra sirena; un solo sin coro, nacido desde el hipnótico y desolado mar de la
esquizofrenia.
El propósito principal de William Wordsworth (1770-1850)
era «to follow the fluxes and refluxes of the mind when agitated by the great
and simple affections of our nature»; y una de las formas en las que intentó
cumplir dicho programa fue «by tracing the maternal passion througth of its
more subtle windings» (Wordsworth, 1999 [1800]). El interés que dicho
motivo tuvo para el poeta romántico inglés es innegable, sobre todo por la
presencia de este tema en varias de sus composiciones líricas, entre las que podemos
contar The Complaint of a
Forsaken Indian Woman, The Thorn, y The Mad Mother
(Cooper, 2011).
Esta última apareció en todas las ediciones del célebre libro que escribió con Samuel T. Coleridge (1772-1834), Lyrical Ballads, with a Few
Other Poems (1798, 1800, 1802 y 1085), y es uno de los poemas más conmovedores de
la colección.
La perfección del poema le debe
tanto al contenido como a la forma. The Mad Mother está compuesto por un
centenar de versos, distribuidos de manera proporcionada en una decena de
estancias de diez líneas cada una. Excepto por la primera, las otras nueve corresponden
a la melancólica canción de una madre abandonada con su hijo en brazos a la
entrada de un bosque. Al tratarse de un poema-canción, las estrofas son
perfectamente monorrítmicas[1]
y corresponden a tetrámetros yámbicos[2],
salvo en los dos versos finales de la décima estancia. La rima también se
encuentra distribuida de manera armónica y sin variaciones, siguiendo el patrón
A A B B C D C D E E.
Sin embargo, a pesar de la estabilidad estructural que alcanza la
composición debido a su respeto por los patrones clásicos de la balada, el
estado emocional de la protagonista, que representa el centro arquitectónico y
la razón de ser del poema, no es contaminado por la monotonía del verso. Por el
contrario, constituye, por la contundencia misma de la puesta en escena[3]
de una voz que trasmite toda la fiebre de la locura, un elemento que enriquece
por contraste la construcción del poema al enfrentar la falsa calma que impone
el canto con la patética fuerza de un espíritu desgraciado: «With this
"experiment" [...] Wordsworth explores a mother's position and voice and suggests that
without a balance of similitude in dissimilitude in a mother-child
relationship, the result is extreme mental and linguistic instability» (Hale,
2008).
Concluido
tan sumario preámbulo, dejaremos que el concierto inicie. Para escuchar debemos
guardar momentáneamente silencio, pero ante esa «infinite complexity of pain
and pleasure» reclamaremos el derecho de hacer unos pequeños comentarios, como
las voces auxiliares de un canon[4]
que i(nte)rrumpen sin ser invitadas, pero del que no queremos dejar de formar
parte porque hemos sido tocados por una extraviada canción que oímos, como
Ulises en medio de un mar tempestuoso, «from over the main».
I
(1) Her eyes are wild, her head is bare,
The sun has burnt her coal-black hair,
Her eye-brows have a rusty stain,
And she came far from over the main.
The sun has burnt her coal-black hair,
Her eye-brows have a rusty stain,
And she came far from over the main.
(5) She has a baby on her arm,
Or else she were alone;
And underneath the hay-stack warm,
And on the green-wood stone,
She talked and sung the woods among;
And underneath the hay-stack warm,
And on the green-wood stone,
She talked and sung the woods among;
(10) And it was in the English
tongue.
La primera estancia corresponde a
la descripción de esta mujer. Los cuatro primeros versos aprovechan los usos
metafóricos de pronombres nominales (“wild”), verbos (“burnt”) o adjetivos
(“coal-back”, “rusty”) para brindarnos una imagen de la ruindad física de la
protagonista. Por otro lado, se emplea con moderación la repetición del aspecto
que más se quiere resaltar en ella: sus ojos delirantes. Existe una ligera
ambigüedad en los versos 5 y 6 (“Or else she were alone”); y ¿si la mujer
realmente está sola? ¿Si la compañía de su bebé no es más que un espejismo que
ha ideado su mente para mitigar su dolor? La segunda parte de la estrofa está
construida sobre la anáfora de la conjunción copulativa (“And”), lo que permite
ubicar espacialmente a la extraña en el límite de la civilización y al inicio
de lo desconocido (“the wood”), lugar en donde la razón también es como ella,
marginal e innecesaria.
II
«Sweet babe! they say
that I am mad,
But nay, my heart is far too glad;
And I am happy when I sing
Full many a sad and doleful thing:
But nay, my heart is far too glad;
And I am happy when I sing
Full many a sad and doleful thing:
(15) Then, lovely baby, do not
fear!
I pray thee have no fear of me,
But, safe as in a cradle, here
My lovely baby! thou shalt be,
To thee I know too much I owe;
I pray thee have no fear of me,
But, safe as in a cradle, here
My lovely baby! thou shalt be,
To thee I know too much I owe;
(20) I cannot work thee any
woe.
La caracterización del objeto de
su deseo con un atributo sensorial relacionado al gusto nos remite a la
posesión antropofágica que intenta tener la madre sobre el infante.
Paradójicamente, en esta estancia, lo que intenta es apaciguar el miedo del
niño. La paradoja es doble porque no solo pretende borrar las huellas que sus
palabras dejan de sus sentimientos; sino que se excusa ante un ser que todavía
no la comprende. Entonces, su discurso -y toda la canción por extensión- no
está dirigido a él sino a otra instancia, una que la ha castigado con el
destierro y la locura. Las
relaciones antitéticas se intensifican en los versos 3 y 4 (“And I am happy
when I sing” / “Full many a sad and doleful thing”). Después de una
comparación (“safe as in cradle”), y la repetición de otro epíteto para su
objeto (“lovely baby”), la voz se excusa de lo inexcusable: “I cannot work thee
any woe”; pero ya lo he hecho trayéndote al desierto.
III
A fire was once within
my brain;
And in my head a dull, dull pain;
And fiendish faces one, two, three,
Hung at my breasts, and pulled at me.
And in my head a dull, dull pain;
And fiendish faces one, two, three,
Hung at my breasts, and pulled at me.
(25) But then there came a
sight of joy;
It came at once to do me good;
I waked, and saw my little boy,
My little boy of flesh and blood;
Oh joy for me that sight to see!
It came at once to do me good;
I waked, and saw my little boy,
My little boy of flesh and blood;
Oh joy for me that sight to see!
(30) For he was here, and only
he.
Cierto mecanicismo, un
conocimiento lejano de que el dolor se inicia en el cerebro y no en el cuerpo,
una intuición que hace de esta una mujer no tan sencilla. En esta estancia la
voz comunica el dolor del abandono y el principio de su caída en el ostracismo.
Quizás otra rebelde. Una repetición como dos impactos, dos golpes huecos que arremeten
contra el alma (“dull, dull pain”) y una percepción de la insania asociada con
lo demoniaco (“fiendish faces”) coronan una estrofa en la que la salvación se
logra mediante la encarnación de una sinécdoque doble (“My little boy of flesh
and blood”).
IV
Suck, little babe, oh
suck again!
It cools my blood; it cools my brain;
Thy lips I feel them, baby! they
Draw from my heart the pain away.
It cools my blood; it cools my brain;
Thy lips I feel them, baby! they
Draw from my heart the pain away.
(35) Oh! press me with thy
little hand;
It loosens something at my chest;
About that tight and deadly band
I feel thy little fingers press'd.
The breeze I see is in the tree;
It loosens something at my chest;
About that tight and deadly band
I feel thy little fingers press'd.
The breeze I see is in the tree;
(40) It comes to cool my babe
and me.
En el segundo verso se hace
manifiesta la demanda que satisface a la madre (“Suck, little babe, oh suck
again!” / “It cools my blood; it cools my brain”), el objeto seno se presenta como el eje que es atravesado por una doble
tensión: la necesidad del otro
(dependencia materna) y como deseo de
separación (ingreso en el Orden simbólico regido por Gran Otro, el Padre).
Una poderosa metáfora verbal abre el verso 34 (“draw”), y este recurso se
reitera en los versos siguientes (“loosens”, “see”). Efectivamente, se opera la
resurrección de la madre, la vuelta a esta orilla. El hijo le ha sustraído el
dolor con la leche y ella puede ver el viento en el árbol…
V
Oh! love me, love me,
little boy!
Thou art thy mother's only joy;
And do not dread the waves below,
When o'er the sea-rock's edge we go;
Thou art thy mother's only joy;
And do not dread the waves below,
When o'er the sea-rock's edge we go;
(45) The high crag cannot work
me harm,
Nor leaping torrents when they howl;
The babe I carry on my arm,
He saves for me my precious soul;
Then happy lie, for blest am I;
Nor leaping torrents when they howl;
The babe I carry on my arm,
He saves for me my precious soul;
Then happy lie, for blest am I;
(50) Without me my sweet babe
would die.
La quinta estancia nos habla del don. La madre se refiere al hijo como si
fuera una posesión de la que no quiere ni puede desprenderse. Es la demanda puesta en el otro (“love me,
love me”), el deseo de educar, de perfeccionar. El deseo de retener al objeto excrementicio (“The babe I carry on my arm,” / “He saves for
me my precious soul”). En el paseo suicida al borde del abismo, la voz
no se destruye a sí misma porque algo la ancla a la realidad. Ha tomado consciencia: “Without me my sweet
babe would die”.
VI
Then do not fear, my
boy! for thee
Bold as a lion I will be;
And I will always be thy guide,
Through hollow snows and rivers wide.
Bold as a lion I will be;
And I will always be thy guide,
Through hollow snows and rivers wide.
(55) I'll build an Indian
bower; I know
The leaves that make the softest bed:
And if from me thou wilt not go.
But still be true 'till I am dead,
My pretty thing! then thou shalt sing,
The leaves that make the softest bed:
And if from me thou wilt not go.
But still be true 'till I am dead,
My pretty thing! then thou shalt sing,
(60) As merry as the birds in
spring.
La estancia seis es la estancia
de las comparaciones. El pensamiento recién rescatado de la mujer empieza a
elaborar esas asociaciones que eran tan caras para Wordsworth cuando los
personajes se encontraban embargados de una gran emoción. Es la reconstrucción
de una mente que había sido arrasada. El uso de verbos en futuro (+“will”) en
la primera mitad nos remite a la capacidad de imaginar el futuro, de proyectar,
de planificar que puede ser resumido en el deseo de seguir viviendo que se ha
consolidado en la extraña. Debe satisfacer una necesidad del don: la protección
(“Bold as a lion I will be”), el refugio. La madre es una casa y el bosque el
mundo que le propone compartir por medio de la palabra, del canto (“My pretty thing! then thou shalt sing,” / “As
merry as the birds in spring”): pero, la dimensión objetual del hijo no ha
cambiado.
VII
Thy father cares not
for my breast,
'Tis thine, sweet baby, there to rest:
'Tis all thine own! and if its hue
Be changed, that was so fair to view,
'Tis thine, sweet baby, there to rest:
'Tis all thine own! and if its hue
Be changed, that was so fair to view,
(65) 'Tis fair enough for thee,
my dove!
My beauty, little child, is flown;
But thou will live with me in love,
And what if my poor cheek be brown?
'Tis well for me, thou canst not see
My beauty, little child, is flown;
But thou will live with me in love,
And what if my poor cheek be brown?
'Tis well for me, thou canst not see
(70) How pale and wan it else
would be.
La madre renuncia al goce sexual,
es solo madre. Nos referimos al goce en el otro, que trata de colmar la falta
de todo sujeto. Ella no está
castrada, porque no necesita del hombre (“Thy father cares not for my breast, /
“'Tis thine, sweet baby, there to rest”). Una contracción anafórica
(“‘Tis”) culmina la aberración del propio deseo, la convierte en una mujer sin
pechos -una amazona- y la pérdida no se nombra, es solo pronombre, otro
reemplazo. Y el presentimiento, la angustia
como una latencia: una metáfora nominal (“my dove”) parece anunciar que la
historia ha de repetirse; el niño, como el padre y la belleza de la madre, no
será constante ni fiel como lo indica aquel fatal participio del verso 66 (“flown”).
VIII
Dread not their
taunts, my little life!
I am thy father's wedded wife;
And underneath the spreading tree
We two will live in honesty.
I am thy father's wedded wife;
And underneath the spreading tree
We two will live in honesty.
(75) If his sweet boy he could
forsake,
With me he never would have stay'd:
From him no harm my babe can take,
But he, poor man! is wretched made,
And every day we two will pray
With me he never would have stay'd:
From him no harm my babe can take,
But he, poor man! is wretched made,
And every day we two will pray
(80) For him that's gone and
far away.
Por fin aparece el Gran Otro, su
voz de censor (“Dread not their taunts, my little life!”). Contra la sociedad
mojigata y cruel se yergue la comprensible naturaleza. Un espacio idílico de
libertad. Donde no hay vergüenza (“We two will live in honesty”). Pero también
se presenta una homología entre la Naturaleza y la mujer abandonada, quien se apiada
de la condenable acción del hombre, y lo perdona (“But he, poor man! is
wretched made,” / “And every day we two will pray” / “For him that's gone and
far away”). Se invierten los roles, ella ya no es la desgraciada, sino el que
la ha condenado a buscarla. Lo que se presenta es un deseo de no ver, de fantasear. Se crea una ilusión tranquilizadora
pero al borde del colapso. La potencia
en el nuevo Otro, la
Naturaleza , que es una imagen metonímica de ella misma, hace
que tenga una percepción ideal de su
condición, de la que borra los peligros de la vida silvestre y de la soledad
social.
IX
I'll teach my boy the
sweetest things;
I'll teach him how the owlet sings.
My little babe! thy lips are still,
And thou hast almost suck'd thy fill.
I'll teach him how the owlet sings.
My little babe! thy lips are still,
And thou hast almost suck'd thy fill.
(85) -Where art thou gone my
own dear child?
What wicked looks are those I see?
Alas! alas! that look so wild,
It never, never came from me:
If thou art mad, my pretty lad,
What wicked looks are those I see?
Alas! alas! that look so wild,
It never, never came from me:
If thou art mad, my pretty lad,
(90) Then I must be for ever
sad.
La estancia principal a puertas
del final. Otra anáfora obsesiva (I’ll teach”) que redunda en hacer más dulce y
cantor a lo almibarado y coral. Pero el verso 3 revela la aparición de lo siniestro en el seno de lo familiar.
Primero son los signos exteriores, los labios que han dejado de necesitar (“thy
lips are still” / “And thou hast almost suck'd thy fill”). Esa es una señal,
una advertencia. Sin embargo, es suficiente para desencadenar el extrañamiento, cuya secuencia es i) la percepción de una falta/ausencia (“-Where
art thou gone my own dear child?”), ii)
la contaminación de la mirada (“What wicked looks are those I see?”), iii) la separación radical, al rechazo,
la percepción de que el hijo es un doble
del padre –duplicidad que se refuerza en los versos 87 y 88 con la
reiteración de interjecciones y adverbios- y, por lo tanto, lo ha heredado todo
de él, incluso la crueldad (“Alas! alas! that look so wild,” / “It never, never came from me”) y. por último, iv) la aceptación de que lo siniestro, lo oculto y extraño es algo
que viene del lado más familiar de su subjetividad, que es su rasgo –unario, diría Lacan-, y que por un
momento, no comprobar esa falta al idealizar la situación presente la había
llevado a la angustia. Es ella-misma-quien-se-intimidad, es su reflejo en los
ojos del niño, es su encuentro con otra subjetividad en potencia que puede,
como ella, ser tentada con el camino de la locura (“If thou art mad, my pretty
lad,” / “Then I must be for ever sad”).
X
X
Oh! smile on me, my
little lamb!
For I thy own dear mother am.
My love for thee has well been tried:
I've sought thy father far and wide.
(95) I know the poisons of the
shade,
I know the earth-nuts fit for food;
Then, pretty dear, be not afraid;
We'll find thy father in the wood.
Now laugh and be gay, to the woods away!
(100) And
there, my babe; we'll live for aye.
El cierre bíblico. El verso 96
señala al hijo como una ofrenda (“little lamb!”). La búsqueda del amado ha resultado
insatisfactoria (“My love for thee has well been tried:” / “I've sought thy
father far and wide”) aunque en el camino la madre ha recobrado la cordura.
Otra anáfora demuestra que ha adquirido un dominio nuevo sobre lo que la rodea
(“I know”). Un hermosa metáfora nos habla de su reciente experiencia de lo
oscuro, de lo latente que emergerá en cualquier momento (“poisons of the
shade”), pero ya sabe elaborar el antídoto. Se produce una reintegración del
deseo a su causa, la locura era un síntoma, una respuesta ante una pregunta, el
objeto a que hemos ido viendo
transfigurado en cada estancia. Ahí, en el borde mismo de todo lo humano, donde
se inician la incertidumbre y el temor, la madre ha escuchado la voz de Dios en una especie de “nueva
anunciación” (“be not afraid”), uno que habita más allá de la sociedad, que no
es moral y que los está llamando. Por eso, ambos se internan en la espesura en
medio de un final que tiene el eco de algún Salmo: “Now laugh and be gay, to
the woods away! / “And there, my babe; we'll live for aye”. Tal vez esto
explique la superación del tetrámetro yámbico. Tal vez no.
En realidad,
siempre se trató de un diálogo.
Bibliografía
Wordsworth,
William
1999 [1800]. Prólogo a
Baladas Líricas / Preface to Lyrical
Ballads. Edición bilingue de Eduardo Sánchez Fernádez. Madrid, Hiperión.
Wordsworth,
William [y] Samuel T. Coleridge.
2010 [1798]. Baladas
Líricas. (4ta. Edición). Edición bilingüe de Santiago Corugedo y José Luis
Chamosa. Madrid, Cátedra.
Cooper,
Catherine
2011.
«William Wordsworth's Solitary Figures». En: http://www.literature-study-online.com/essays/wordsworth.html
Hale, Robert
2008. «Wordsworth's
"The Mad Mother": The Poetics and Politics of Identification». En:
http://l-adam-mekler.com/hale_mad-mother.pdf
Lacan,
Jacques,
2006. El seminario de Jacques Lacan. Libro 10. La angustia, Buenos Aires,
Paidós.
[1] No se
encuentran presentes las innovaciones rítmicas que caracterizan a otros poemas
de Wordsworth en los que pretende dar cuenta del registro oral de sus
personajes.
[2]
Versos cuyo ritmo pedal está construido por cuatro pies o cláusulas, es decir,
ocho unidades métricas -no necesariamente correspondientes con las unidades
morfosintácticas- que alternan entre débiles y fuertes (oó-oó-oó-oó).
[3] El propio autor explicita en
su Preface este término con otras
palabras: «Here, then, he wil apply the principe on which I have so much
insisted, namely that selection; on
this he will depend for removing what would otherwise be painful or disgusting
in the passion; he will feel that there is no necessity to trick out or to
elevate nature» (Wordsworth, 1999 [1800]. Las cursivas son
nuestras).
[4] El canon es una forma de composición musical polifónica basada en la imitación entre dos o más voces separadas por un intervalo temporal.
La primera voz interpreta una melodía y es seguida, a distancia de ciertos compases, por sucesivas voces que la repiten, variando su tonalidad u otros aspectos.
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