Estoy escuchando los viejos registros del Houki Boshi y recordando mis épocas de Bleach, Densha Otoko y demás. Por Dios, que hermosa carita tiene Younha. Viejos tiempos, y si asimiló la industria del reallity, los animes, los emo, los pastores brasileros y la onda novoandina y la mezclo. Que sale. Ya no quiero contar mi historia, es larga y aburrida. Es pretenciosa. Pero de todo me ha pasado. Desde que nací hasta que posiblemente muera o me maten. Tengo pesadillas con alguien que me amenaza con un cortauñas. La voy a poner de nuevo, ah el youtube, lo ideal sería asimilar todo eso. Pero sin seriedad. Como era García Miranda, pensamiento debil, pensamiento de pepenador mi hijo.
Hoy ví a una anciana llorar en quechua. Y obviamente no le entendí. Las palabras son traicioneras. Ayer escuche un concierto de música clásica contemporánea. Iba pensando que la Sinfónica tocaba gratis, luego, me dijeron que había que pagar e hice la cola de la boletería. En eso apareció una chica y me regaló una entrada de cortesía en un lugar envidiable y todo. Que bellas que son las mañanas del verano. Sin embargo, ya me olvidé del rostro de la chica. La mente también es traicionera. He olvidado tantos rostros por mis descuidos. Algunos faltan limpiar. La postmodernidad es eso, pasarle un trapo al pasado, al descuido, sin ganas, pero trapo, limpio, en algún sentido.
Y si tú sabes que esto que estoy diciendo no dice nada, estas fregado, porque no eres ni postmoderno ni romántico ni jesuíta no no no nada de nada la nada nadea no Heidegger. La nausea... mejor lo dejamos ahí. Disculpen, tengo que ir al baño. La idea de arriba empieza a solodificarse en mis tripas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario