El Trípode de Helena es un blog personal. En la parte superior de la columna izquierda, verán mi retrato y debajo una breve biodata. A continuación, están organizadas las entradas según los temas recurrentes y según la fecha en la que fueron publicadas. Si a alguno de ustedes le intriga el título del blog, de click aquí. Si están interesados en descubrir más acerca de la imagén del encabezado, entren aquí.

jueves, 27 de diciembre de 2007

Lo que nos dejan los "sietes"

Un año sumamente interesante y divertido en el cual no he dejado, para no destruir la costumbre, de pronunciar periódicamente mi muy característico: ¡Que miedo! Y es que el mundo y sus cambios vertiginosos no son más que una elongación visible de otros cambios, unos que están por encima (y curiosamente por dentro) del ser humano. La raza -palabra que ha caído en el más intencionado de los desusos- esta evolucionando. Esta evolución de las especies para bien (¿o quizás no?) es natural, posible y real, por lo tanto, es racional. Y como racional es nuestro caminar por la tierra; como nuestros pasos, nuestras acciones y nuestros pensamientos están sujetos a la Razón, entonces por eso es preciso que meditemos sobre ellos y que recordemos críticamente nuestras experiencias. Como diría Arrupe: "Una experiencia reflexionada es vivida dos veces". Como en el blog he colocado dos listas (una de libros y otra de películas) he decidido atenerme a reflexionar básicamente sobre estos dos puntos.

Las sorpresas del librero

Durante este tiempo mis intereses se han dirigido principalmente a tres áreas: la religión, la psicología y la historia. Leí, por ejemplo, las conclusiones de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y de El Caribe; asimismo, cayeron en mis manos ensayos de Piaget y de Jung; o, por otra parte, la historia de los dominicos en el Perú y la biografía de un jesuita limeño que fue el gran impulsor de las reducciones en el Paraguay del siglo XVII. Pero sin lugar a dudas la sorpresa fue el descubrir al escéptico Voltaire (François Marie Arouet, 1694-1778), hombre de agudo entendimiento y refinada ironía. Por lo que el volumen de cuentos suyos, en donde esta incluído el Candide ou l'optimisme , es sin duda el mejor libro de la temporada.

El ranking de películas

Antes de anunciar el famoso Top-10 con las películas del blog, debo hacer ciertas consideraciones. Cuatro han sido los directores que he descubierto en estos casi tres meses: el surcoreano Kim Ki-duk (Bonghwa. 1960), de quien vi, en la primera mitad del año, la excepcional Bom Yeoreum Gaeul Gyeoul Geurigo bom (2003), y luego, la casi silente Bin-Jip (2004); el español Antonio Hernández (Salamanca. 1953) de quien por mediados de año estrenaron Los Borgia (2006) y después aprecié, también de él, la intrigante En la Ciudad sin Límites (2002); su compatriota, Vicente Aranda (Barcelona. 1926) del que comencé con Amantes (1991), pasando por Carmen (2003), y terminé viendo hace poco Juana la Loca (2001), todas historias de pasiones arrebatadas y trágicas; y por último, el alemán Chris Kraus (Göttingen. 1963) con dos pequeñas joyas del cine teutón contemporáneo: Vier Minuten (2006), extraordinario film de música e imágenes, y Scherbentanz (2002), drama familiar de tema muy nórdico. Y ahora sin más demora, lo que estaban esperando:

10.- Fur: An Imaginary Portrait of Diane Arbus. Dir. S. Shainberg (2006)
9.- El Día que me Quieras. Dir. John Reinhardt (1935)
8.- Fimfárum 2. Dir. J. Balej, V. Pospísilová, A. Klimt y B. Pojar (2006)
7.- Alles auf Zucker!. Dir. Dani Levy (2004)
6.- Les Triplettes de Belleville. Dir. Syilvain Chomet (2003)
5.- 25 Degrés en Hiver. Dir. Stéphane Vuillet (2003)
4.- Caravaggio. Dir. Derek Jarman (1986)
3.- La Ciénaga. Dir. Lucrecia Martel (2001)
2.- Vier Minuten. Dir. Chris Kraus (2006)
1.- The Serpent's Egg . Dir. Ingmar Bergman (1977)

P.D.: No pienso justificar mis preferencias.

jueves, 20 de diciembre de 2007

Guerra a donde "vallas"


Ahora que se acercan las fiestas navideñas, mientras paseo intoxicado por el humo de los buses en busca de los regalos, de los amigos, de algo mejor; me distraigo contemplando con cierto asco al virus reptante que se propaga por sobre las paredes de nuestra (¡la suya!) ciudad. Los carteles (como los llama un desatinado miembro de mi familia) han infectado las superficies de cemento, ladrillo, hierro, quincha, totora, en fin cualquier cosa que sea capaz de soportar su monstruoso tamaño y colorido. Si bien a los banners se los lleva el viento o los tumba un certero empujón, las "vallas" (¿quién le pondría nombre tan desubicado a esos esperpentos de latón y fluorescentes?) aguantan con descarada impunidad todo acto de violencia. No me malinterpreten, pero quién resistirá cuando el arte ataque, cuando ataque a esa publicidad mediocre y obsoleta; me refiero, por supuesto, a la latinoamericana. El cáncer se propaga a ritmo trepidante y el cuerpo urbano no hace nada para detener la infección, es como siempre un problema solucionable, lástima que nos guste morir de estúpidas gripes.
Y ahora la capital parece un regalo de Noche Buena, envuelto con todo ese papel reciclado con el que cubren los juguetes usados. La ropa de temporada que tiene un retraso de seis meses, los muñecos de acción que a los gringos ya no les "ponen", la filosofía de tocador de menopáusicas histéricas y tontas, tontísimas. Y un dios a todo color que lo espera detrás de los escaparates de autos, de las superproducciones fílmicas, de los megaconciertos de rock. Este no es más un lugar para vivir; se ha convertido en un lugar para comprar, para vender, para alquilar, para subastar, para hipotecar, para financiar, para amueblar, para decorar, para sazonar, para beber, para modernizar, para iluminar, para..., para..., para... ¿qué? Yo extraño mis grietas, mis calles oscuras, mis pintas con spray, mis afiches tamaño oficio, monocromos y arrugados. Yo añoro el subdesarrollo, aún quiero tener necesidades. No me las cubran todas por favor.

Una señal en la oscuridad

Eran mediados de los 80, Páez aun no experimentaba aquel terrible trauma que lo sumergiría en un oportuno y maldito estado creativo. Escribió una canción junto a un "Flaco" tan flaco como él. Uno de los maestros de Fito hizo un álbum doble y nadie lo tomó en serio. Grabado violentamente, veinte canciones, hechas casi a la mitad por cada uno, excepto la última creada entre ambos. Hay otra canción del fascinante La la la (1986) es una de esas joyas sonoras que el tiempo se encarga continuamente de pulir.
Temas como Folis Verghet dedicado al mítico teatro de variedades parisino, Instant-táneas de fuerte construcción cinematográfica, Tengo un mono que expresa la insatisfacción ante lo que poseemos, Retrato de Bambis con una pieza instrumental en recuerdo de aquel cervatillo trágico, Asilo en tu corazón y la misma súplica de todo enamorado, Dejaste ver tu corazón no por gusto colocada en ese orden es la respuesta melódica del rosarino a la poesía spinettiana, el imperdible Sólo la la la que es broma lúdica y vocal, la recuperación de un tango en Gricel, esa sensación de persecución que se siente al escuchar Serpiente de Gas, la bellísima balada en Todos estos años de gente, la experimentación y la sorpresa en Carta para mí desde el 2086 (sí, cien años más allá de ese presente), la fabula mística de Jabalíes-conejines, ese anecdotario familiar que es Parte del aire, Cuando el arte ataque o una arenga a la pasión creadora, esa canción de cuna de Luis en Pequeño ángel, ese credo al amor de Arrecife, la plegaría a la vida en Estoy atiborrado con tu amor, Un niño nace que es canto de esperanza, el homenaje a Herzog de un cinéfilo en Woycek, y la ya mentada Hay otra canción.
Editado primero en dos LP's, luego en un CD (en donde por falta de espacio no entró la postrera canción) y recientemente editado en dos CD's, con nuevo diseño y el material completo, La la la seguirá siendo una piedra fundamental en la discografía del pop argentino.

Teatro Gran Rex, Bs.As. 1990. Presentación del disco Tercer Mundo.