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miércoles, 17 de junio de 2015

Apunte rítmico sobre César Vallejo



Nunca me interesó la poesía. Creo que nunca tuve verdadera sensibilidad para comprenderla o, como dicen los apasionados en el tema, “sentirla”. Sin embargo, durante mis años universitarios, descubrí un tipo de análisis con el que tímidamente me acerqué a sus orillas. Se trata de la rítmica. Me pareció que era un método más objetivo y menos propenso a caer en los “impresionismos” de ciertos condiscípulos. Me apliqué a su estudio con cierta dedicación, pero solo tuve un caso de estudio concreto: Vallejo (por si le interesa a algún lector el análisis completo está aquí). Cito el porqué:

Aunque de manera más intuitiva que metódica, la crítica literaria en torno a la obra poética de César Vallejo ha detectado la inocultable impronta de los modelos más tradicionales de la métrica castellana, reelaborados a partir del dominio que el poeta tenía de los mismos (Monguio s.f., Ferrari 1974, Paoli 1981).

Debido a circunstancias que no detallaré, en las últimas semanas volví sobre el particular y me divertí un montón contando, notando regularidades y escuchando en silencio. Y me volví a convencer de que la rítmica es, con mucho, el verdadero motivo por el cual transcribimos un verso en algún cuaderno, lo citamos en algún bar o lo recordamos en solitario, porque no queremos compartirlo con alguien más.
Les dejo un pequeño análisis de las primeras estrofas de esos cinco poemas que (nunca) nos hemos cansado de escuchar:

Los heraldos negros (Los heraldos negros, 1918)

Se trata de un poema “existencial”. Consta de 17 versos divididos en 4 estrofas de 4 versos y un verso libre. Esta estructura remite a la forma estrófica conocida como cuaderna vía. Los versos son de arte mayor, en su mayoría tienen 14 sílabas métricas (alejandrinos). La rima predominante es la consonante.

Hay /gol/pes /en /la /vi/da, /tan /fuer/tes... /¡Yo /no /sé!          2°, 6°, 9°, 13°
Gol/pes /co/mo /del /o/dio /de /Dios; /co/mo /si an/te e/llos,   1°, 3°, 6°, 9°, 10°, 12°, 13°
la /re/sa/ca /de /to/do /lo /su/fri/do                                            3°, 6°, 10°
se em/po/za/ra en /el /al/ma. /¡Yo /no /sé!                                 3°, 6°, 10°

Ritmo de cantidad: Los dos primeros versos poseen sílabas pares (alejandrinos); mientras que los dos últimos presentan sílabas impares (endecasílabos). Por lo tanto, los primeros son más pausados y los segundos más rápidos.
Ritmo de intensidad: Los dos primeros versos tienen una acentuación irregular. Sin embargo, los dos siguientes presentan similar disposición acentual, lo que aumenta su eufonía. Por su disposición, se tratan de endecasílabos propios (6° y 10°), pero no son ni enfáticos (1°), ni heroicos (2°), sino melódicos (3°).

A mi hermano Miguel (Los heraldos negros, 1918)

Se trata de un poema “familiar”. Está formado por cuatro estrofas de 4, 7, 6 y 2 versos respectivamente, siendo predominantes en ellas los versos alejandrinos, los dodecasílabos, endecasílabos y los heptasílabos. Esta combinación acerca la forma estrófica a la lira. Su rima es consonante y asonante.

Her/ma/no, hoy es/toy en/ el /po/yo /de /la /ca/sa,                          2°, 4°, 6°, 10° 
¡do/nde /nos ha/ces /u/na /fal/ta /sin /fon/do!                                  1°, 3°, 5°, 7°, 10°
Me a/cuer/do /que /ju/gá/ba/mos /es/ta ho/ra, y /que /ma/má       2°, 6°, 9°, 10°, 14°
nos /a/ca/ri/cia/ba: /"Pe/ro, hi/jos ...".                                              5°, 7°, 8°

Ritmo de cantidad: Todos los versos poseen sílabas impares: endecasílabo, endecasílabo, pentadecasílabo y eneasílabo. Esto le otorga cierta regularidad a la estrofa.
Ritmo de intensidad: Los versos impares suelen tener el acento en las sílabas pares (ritmo yámbico: oó), mientras que los versos pares presentan el acento en las impares (ritmo trocaico: óo). Este produce un efecto de variedad acentual al conjunto.

II (Trilce, 1922)

Se trata de un poema “carcelario”. Consta de 16 versos divididos en 8 estrofas, cuatro son versos libres y cuatro son tercetos. Ambos tipos de estructuras se alternan sucesivamente. Los versos son, en su mayoría, de arte mayor (endecasílabos), excepto los libres (1°, 5°, 9° y 13°). Su rima es libre y consonante.

Tiem/po /Tiem/po.                                                              1°, 3°

Me/dio/dí/a es/tan/ca/do en/tre /re/len/tes.                  3°, 6°, 7°, 10°
Bom/ba a/bu/rri/da /del /cuar/tel /a/chi/ca                    1°, 4°, 7°, 10°
tiem/po /tiem/po /tiem/po /tiem/po.                               1°, 3°, 5°, 7°

Ritmo de cantidad: El verso suelto y el último verso de la estrofa poseen sílabas pares (tetrasílabas y octosílabas), lo que enmarca a ambas estructuras como una sola unidad, y le da sentido de progresión lenta a cada sección del poema, debido a la duplicación del contenido del verso. Por otro lado, los dos primeros versos de la segunda estrofa presentan sílabas impares (endecasílabos). Por lo tanto, son como un paréntesis melódico y más rápido.
Ritmo de intensidad: Los versos 1 y 4 presentan el acento en las sílabas impares (ritmo trocaico: óo), con una monotonía que acentúa su carácter repetitivo. En cambio, los versos 2 y 3 presentan una disposición acentual más irregular. El verso 2 es casi un endecasílabo propio del tipo melódico (3°, 6° y 10°), pero la 7° destruye esa regularidad, lo que tiene un carácter semántico al aglutinar dos sílabas acentuadas (“estancado entre”). Por otro lado, el verso 3 es un endecasílabo dactílico (óoo) perfecto (1°, 4°, 7° y 10°) y, por lo tanto, el verso más eufónico del conjunto.  

VI (Trilce, 1922)

Corresponde a un poema “sentimental”. Consta de 22 versos distribuidos en 4 estrofas, dos sextetos, un pareado y una estrofa de nueve versos. La corta extensión de la tercera estrofa contrasta significativamente con mayor de la última. Los versos son en su mayoría de arte mayor (eneasílabos, decasílabos y endecasílabos) y algunos de arte menor ubicados al medio del poema (11°, 12° y 13°). La rima es libre, asonante y consonante.

El /tra/je /que /ves/tí /ma/ña/na                                       2°, 6° y 8°                           
no /lo ha /la/va/do /mi /la/van/de/ra:                               4°, 9°
lo /la/va/ba en/ sus /ve/nas /o/ti/li/nas,                           3°, 6° y 10°
en /el /cho/rro /de /su /co/ra/zón, /y hoy /no he             3°, 9°
de /pre/gun/tar/me /si /yo /de/ja/ba                                4°, 9°                                    
el /tra/je /tur/bio /de in/jus/ti/cia.                                   2°, 4° y 8°

Ritmo de cantidad: Los versos son, en su mayoría, decasílabos, excepto el 1°, 3° y 6°. El decasílabo se popularizó en la poesía española del Romanticismo, por sus propiedades melódicas. Los versos restantes son impares, por lo que hay cierta variedad en la estrofa.
Ritmo de intensidad: Nos centraremos en el análisis de los versos de métrica impar. El versos 1 se inicia con un eneasílabo laverdaico (por el escritor romántico español Gumersindo Laverne), el cual produce un efecto tenue y ligero. En esa misma línea, el verso 3 corresponde a un endecasílabo propio de tipo melódico (3°, 6° y 10°), lo que mantiene la musicalidad de la estrofa. Finalmente, el verso final presenta un eneasílabo yámbico (oó) que es el más semejante a la cadencia natural del habla, lo que reviste de cotidianidad a la composición.

Telúrica y magnética (Poemas humanos, 1939)

Está formado por cinco estrofas de composición bastante variable, aunque la disposición final de los versos no es del todo definitiva, por tratarse de poemas publicados de manera póstuma. La mayoría de versos son de arte mayor. Sin embargo, existen unos cuantos heptasílabos (por ejemplo, los versos 24°, 45° y 56°), hexasílabos (versos 14° y 32°) un trisílabo (verso 41°). Su rima es asonante y libre. Se trata de un poema “social”.

¡Me/cá/ni/ca /sin/ce/ra y /pe/rua/ní/si/ma                                     2°, 6°, 10°                           
la /del /ce/rro /co/lo/ra/do!                                                             3°, 7°
¡Sue/lo /te/ó/ri/co y /prá/cti/co!                                                     1°, 4°, 7°
¡Sur/cos /in/te/li/gen/tes; /e/jem/plo: el /mo/no/li/to y /su /cor/te/jo!           
                                                                                                            1°, 6°, 9°, 13°, 17°
¡Pa/pa/les, /ce/ba/da/les, /al/fal/fa/res, /co/sa /bue/na!            2°, 6°, 10°, 12°, 14°                         
¡Cul/ti/vos /que in/te/gra u/na a/som/bro/sa /je/rar/quí/a /de ú/ti/les
                                                                                                            2°, 5°, 6°, 9°, 13°, 15°
y /que in/te/gran /con /vien/to /los /mu/ji/dos,                            3°, 6°, 10°
las /a/guas /con /su /sor/da an/ti/güe/dad!                                                 2°, 6°, 10°

Ritmo de cantidad: En el poema priman los versos impares al inicio y al final (endecasílabos); y los versos pares en el centro (octosílabos y otros de arte mayor), salvo en el verso 5.
Ritmo de intensidad: Los versos impares son los que demuestran un cuidado mayor en la composición, porque tanto el primero como el último corresponden a endecasílabos propios de tipo heroico (2°, 6° y 10°). Esto se condice con el tono declamatorio del poema en general. Por otro lado, el penúltimo verso es un endecasílabo melódico que prepara el remate ascendente del cierre de la estrofa. Finalmente, el verso 5 es de una eufonía particular, ya que se trata de un verso dividido en pies métricos de cuatro sílabas perfectas. Rompe la regularidad la sílaba 12° (co-sa), lo que le otorga una carga mayor a esa palabra. Lo mismo ocurre con la sucesión de sílabas acentuadas en el verso siguiente (5° y 6°).

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