El Trípode de Helena es un blog personal. En la parte superior de la columna izquierda, verán mi retrato y debajo una breve biodata. A continuación, están organizadas las entradas según los temas recurrentes y según la fecha en la que fueron publicadas. Si a alguno de ustedes le intriga el título del blog, de click aquí. Si están interesados en descubrir más acerca de la imagén del encabezado, entren aquí.

jueves, 20 de octubre de 2011

El triunfo de la realidadficción. (Apuntes de un taller de vacaciones)


Hace tiempo quería escribir acerca de esto. Pero las ocupaciones a veces suelen ser bastante inoportunas. (Sobre todo cuando uno llega a casa y siente esa nostalgia de los románticos, es decir, ese dolor por el retorno). En fin, vuelta a la página y a ejercitar los dedos de nuevo.

En agosto de este año, con motivo del JALLAE, asistí a un taller interesante. El quid eran las estéticas contemporáneas (performance, espectáculo, etc.) y su interrelación con lo que mal que bien ha terminado por ser mi negocio en estos días: la literatura. A la tallerista -Claudia Salazar (New York University)-, y a los participantes, nos quedó corto el tiempo. La selección de los textos fue sin duda sugestiva (Laddaga, Ludmer, Rancière, García Canclini, Mariconi) pero, lamentablemente, muy pocos los habían leído completos y con cierto detenimiento. Hasta aquí el raje.

[Para justificar esta entrada tendría, a estas alturas, que haber fijado ya mi “objeto de estudio”. Como ando medio fatigado y este texto no persigue mayor fin que expectorar un par de ideas que rondan de manera incómoda por mi cabeza, lo anunciaré sin más rodeos: LuchaLibro].

Ahora, voy a lanzar unas cuantas categorías -o mejor dicho «fórmulas»- al ruedo, a partir de las cuales buscan definirse los nuevos escritores. Para ello me guiaré de la «Introducción» (pp. 14-15) del libro de Reinaldo Laddaga: Espectáculos de realidad [Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 2007, 160 pp.].

1) Toda literatura aspira a la condición del arte contemporáneo: «construir dispositivos de exhibición de fragmentos de mundo que se presentan a modo tal que las posiciones de sujeto se construyen en la escena que componen difieran de las que el largo siglo XIX les había atribuido a productores y receptores».

2) Toda literatura aspira a la condición de improvisación: «una que se realice con aquellos elementos que el escritor encuentra en torno suyo y que arregla en el instante».

3) Toda literatura aspira a la condición de instantánea: «de la época de la reproducción digital […] cuando la imagen es modificada a la vez que se captura, es inscripta y es puesta en red desde el comienzo».

4) Toda literatura aspira a la condición de lo mutante: «de modo que su estatuto es inestable».

5) Toda literatura aspira a la inducción de un trance: «la condición de aquel que, en un momento, depone la voluntad y el poder de constituir esa suma [de las apariencias] en mundo».

Los amigos de LuchaLibro hicieron una página (o evento, la verdad no lo recuerdo) en el Facebook para enarbolar su manifiesto y plantear las condiciones básicas de lo que ellos estaban proponiendo. Debemos recordar que a diferencia de los jamming de escritura realizados desde hace algún tiempo en otros países (Argentina, México y España), el que congregó al mismo groupie todos los miércoles, desde mediados de octubre hasta comienzos de este mes, en el Café La Cía. de Barranco, se desarrolló bajo la forma de una competición entre cachascanes/aspirantes-a-escritor enmascarados -en trance creativo = inspirados?- y montados (no simultáneamente) con sus laptops sobre un cuadrilátero, con el objeto de ser sometidos a los juicios de valor de un irregular jurado. Para no perder el hilo de lo que estaba a punto de decir, resumiré las líneas que escribieron y colocaré los números de las “aspiraciones” en donde corresponda:

LuchaLibro es un enfrentamiento, en vivo, de dos escritores que improvisan historias en un espacio público (1). Los escritores son una suerte de performers, enmascarados como luchadores (5) […] El tiempo máximo para escribir es de 5 minutos por cada escritor y la extensión de la historia no debe… superar una cara (3). Finalmente un jurado conformado por escritores, periodistas, artistas y músicos invitados, cada fecha darán su veredicto (4). […] Nosotros le damos 3 elementos a los escritores que se enfrentan […] Estos elementos tienen que ser parte de su historia (2).

Como vemos, los textos producidos de esta forma se separan del «ideal de la escritura», como lo llama Jacques Rancière [Ver: La palabra muda. Ensayo sobre las contradicciones de la literatura. Buenos Aires, Eterna Cadencia, 2009]. Es decir, «escritura dirigida a un lector solitario y separado, que confrontado con ellas [las configuraciones fijadas mediante la grafía], haría experiencia, en la extrañeza respecto de su mundo habitual, de un fondo de sí o del mundo, en la intuición o la sospecha» (Laddaga, p. 22).

La pregunta es: ¿lograron hacer lo que querían? No lo sé. Pero desde mi experiencia personal diré algunas cosas concretas. En cuanto a 2 y 4, hubo un acercamiento parcial. Mayor improvisación se hubiera logrado, como en los match de impro, haciendo interactuar al público en la elección de los tópicos. En cuanto a lo de mostrar el proceso creativo, creo que los esquemas previos o las fórmulas para combinar elementos jugaron a favor de varios competidores. Esto se debió a que no se permutaban los aspectos estructurales del relato (género, focalización, estilo). Con respecto a 5, el fracaso fue más notorio. Nadie entró en trance, en parte, debido a que el espacio configurado era interactivo (e incluso ineficientemente interactivo por la mala conducción de un pseudo-referee), pero no inmersivo [Ver: Marie-Laure Ryan. La narración como realidad virtual: la inmersión y la interactividad en la literatura y en los medios electrónicos. Paidós, 2004, 456 pp.]. En lo que si acertaron, y no tanto por méritos propios, fue en 3. La culpa de eso la tuvieron los smartphones y los blackberrys que pululaban noche a noche (y Foto Pixelika, bravo!). Por último, en 1… Copiaré parte de un correo que amablemente me mandaron los amigos de LuchaLibro y que creo sintetiza la preocupación principal que los animó a organizar el "evento":

Hola César, soy […] de LuchaLibro.
Espero te haya gustado el evento.
Si tienes fotos o videos. Me pasas el link donde las publiques o me las puedes enviar a este correo.
Saludos.

Indiscutiblemente, eso es todo. Nada de literatura. Ese es el precio que parecen pagar las letras (!) al asumir la reciente tradición del arte contemporáneo; perder su estatus crítico. Como sentencia Rancière:

Un arte no escéptico es un arte sometido al peso de su propio “pensamiento”, obligado a la tarea interminable de manifestar ese pensamiento, de demostrarse a sí mismo hasta llegar al punto de su propia supresión. Es un arte que no puede vivir de su contradicción, que no encuentra esa contradicción. Ese es el destino venturosos-desventurado de las artes de lo visible.

Si está bien o está mal, es lo de menos. Tal parece ser el camino. Irremediable: todavía. Pero fenómenos como Silvia Bayly, Corbacho o Dani Umpi (aunque este es de otro lote) o lo escrito por Alberto Olmos a propósito de los escritores escogidos por la revista Granta [En: Qué leer, Nº 167, julio 2011, pp. 82-5], nos lo anuncia paulatinamente. Sin embargo, me atrevo a responderle a Olmos diciéndole que aún restan algunas personas que -como yo- consideran que irse a leer, en silencio, antes de dormir es afirmar que la literatura también sigue siendo eso.

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