Redacté esto en el verano del 2006 con una máquina de escribir en el techo de mi casa. Era una especie de bitácora ficcionalizada sobre acontecimientos de fines del 2003. Por eso las fechas son de ese año. Es curioso pero al releer todas esas hojas me doy cuenta que mi vida se compone de una serie de repeticiones que sólo varian en cuanto al tiempo y el espacio de la situación descrita.
Jueves 11 de septiembre
La mayoría de las personas no entienden nada que este más allá de las prosaicas palabras, y la gente del Club era parte de esa mayoría. Los muy estúpidos no me hicieron el más mínimo caso. Por eso estoy tenso. Quiero manifestarle a Gricel mi presencia incondicional y perpetua, es decir, un tanto relativa, pero los ineptos que tengo a mi costado podrían olvidarse, otra vez, de recoger mi mochila y, al día siguiente, fregarme la mañana para variar. Y por si esto no fuera suficiente castigo, hoy es jueves. Detesto los jueves por el esfuerzo al que son expuestos mi cuerpo y mi cerebro. Peor ahora, que se encuentran ocupados en una labor más divertida y gratificante: la campaña. La formación, los deportes y los números… a la primera la veo invariablemente, cada día de la semana (excepto los sábados y domingos), media hora (excepto los lunes, en los que aguanto hora y pico de su detestable compañía. Perorar y gritar. Un, dos, un, dos. Suena el himno… ¡Canten con tesón, que es el mes de la patria! Patria, ¿significará algo en algún lugar?). A la segunda esporádica actividad, a la segunda. Es como decir a la carga. Carga para mi enclenque cuerpo. Una descripción del Boom: figura deshilachada. Desprecio a esos seres fornidos, los desprecio por instinto, un instinto natural y, yo diría, justificado. Y bueno, de bolsas infladas están abarrotados los planteles cuando suena el pito y anuncia la práctica de cualquier deporte (excepto el ajedrez). A diferencia de los griegos y de mi padre, intuyó que el deporte otorga una gracia pueril al ejercitado. Es la ficción de la materia, que busca compensar la torpeza de un cuerpo carnoso. Además, para qué sometería yo mi organismo a semejantes torturas. Tan alicaído esta el pobre. En tercer puesto… como odio lo sistemático, lo concatenado, lo estadístico, lo porcentual, lo medible, lo cuantificable; como odio el lenguaje de las cifras aunque no me estén vedados tales territorios, ergo, no soy compatible con el juego matemático. Importación torpe y falaz que pretende hacer del mundo un pueril ábaco. Estuve engatusado por aquel ábaco en mis años infantiles, me embrujó, me arrastró con su convincente torrente de ideas progresistas, perfectas a fuerza de ser utópicas; y llegué incluso a pensar que la evolución del hombre podía ser medida por el aumento de la técnica y de la tecnolo…
- Señor Páladin, se siente enfermo… Páladin... ¡Responda Páladin!... Aguirre dale una plamada en la espalda, a ver si vuelve un momento a la clase y se deja de tonterías… Bien, ya esta con nosotros, eso espero… No, no, no me diga nada. Pongan atención, ¡ussh, dejen de conversar! Vamos con la primera tanda… ¡Pero que pasa ahí!...
Bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla. Es así como imaginan que nos superaremos. El hombre es algo que debe ser superado. Nietzsche. Saltando igual que monos o brincando como los sapos gelatinosos que tragan moscas al lado de un putrefacto pantano. Complicada es la educación de los humanos. Los adultos parecen obviar sus avances en cuanto al aprendizaje y al entretenimiento, porque no los veo ponerlos al servicio de la formación de los futuros “ciudadanos”. Inversa es nuestra manera de aprender: la realidad es compleja e interactiva, pero nosotros nos acercamos a una realidad disecada, descuartizada, desnaturalizada. Esto, ya, es una descarga de frustración. Lamentable la fragilidad de la memoria humana. La impertinencia, su peor enemiga, y de casualidad nosotros somos los seres más impertinentes de la tierra. Las horas pasan como pasan las sombras por las paredes. Sería conveniente, muy conveniente. O tal vez te estas mintiendo; hecho que no me sorprendería. ¡Mitómano maldito! Es tan particular de tu carácter el fingir fines objetivos para una acción que es meramente sentimental. Eres un sentimental, un descorazonada en el sentido más literal. Te comportas hipócritamente y hasta te engañas a ti mismo. ¡Que gran impostor es aquel que no necesita de dobles porque todos los dobles son él! Y después… intelectuales golpes de pecho. Parlas pero no sientes lo que dices, y eso te hace tan grotesco como una marioneta sin ventrílocuo. Adelante, suspira; suspira por Gricel y evócala tiernamente y di que lo haces para no desdibujar sus facciones de tu mente y no dejarla pasar si te la cruzas por la calle y, y… Eso, miéntete, construye castillos de naipes en el aire. Luego, sé la ráfaga huracana. En fin, en fin. Everything go back. Iré y lo haré porque quiero hacerlo y no hay justificación posible, porque encontrar en estos casos algo para apoyarnos rememora aquella rancia ingenuidad de la que Voltaire se burlaba en sus cuentos. El timbre, y es jueves. ¡Cuánto amo los jueves cuando entiendo que a partir de acá la hebdómada no hará más que menguar!
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