El Trípode de Helena es un blog personal. En la parte superior de la columna izquierda, verán mi retrato y debajo una breve biodata. A continuación, están organizadas las entradas según los temas recurrentes y según la fecha en la que fueron publicadas. Si a alguno de ustedes le intriga el título del blog, de click aquí. Si están interesados en descubrir más acerca de la imagen del encabezado, entren aquí.

domingo, 15 de junio de 2025

5 años de teatro


 

Yo llegué a Italia el 28 de junio de 2020. 


Tenía 31 años. 


Mi intención era estudiar y hacer teatro.


El primer lugar donde viví fue un pequeño pueblo llamado Cellamare, ubicado a 12 kilómetros de Bari, al sur de Italia. Fue realmente un verdadero shock transferirme de una ciudad de casi 10 millones de habitantes como Lima a un lugar con menos de seis mil. Ahí pasé mi primer verano europeo, bañándome en el mar Adriático, mientras el Covid-19 seguía cobrando víctimas alrededor del mundo. 


A mediados de octubre de ese año, fui a vivir a Pavullo nel Frignano, otro pueblito, esta vez un poco más grande (17 mil habitantes), ubicado en las colinas de la llanura Padana (norte de Italia), a unos 700 metros sobre el nivel del mar. Allí pasé mi segundo invierno europeo (unos años antes, había visitado estas tierras en diciembre) y aprendí a caminar sobre la nieve.


En mayo de 2021, visité la ciudad de Parma y quedé enamorado de un teatro barroco hecho completamente en madera. Así fue como comencé a escribir mi primera obra de tema italiano, Enzo, un drama histórico que trata de la siempre tensa relación entre el artista/intelectual y el poder. Entre 2022 y 2024, fue publicado en tres partes en la revista Mierda!, editada por unos amigos de la Universidad de San Marcos, donde yo había estudiado Literatura. 


En septiembre de 2021, comencé a estudiar una maestría en Disciplinas de la Música y del Teatro en la Universidad de Bolonia. Al mes siguiente, me mudé a Vignola (a unos 30 kilómetros de Bolonia), otro pueblo de la llanura Padana, pero esta vez en el llano, a poco más de cien metros de altitud y habitado por unas 26 mil personas. Sin embargo, la mitad del tiempo la pasaba en Bolonia. Se supone que San Marcos había sido creada según el modelo de la Universidad de Salamanca y Salamanca, a su vez, copiando a Bolonia. Tal vez por eso todo me resultó tan familiar.


En diciembre, como parte del trabajo final de un curso de dirección teatral dictado por Giacomo Pedini, actué en el pequeño teatro de la universidad ante mis condiscípulos (casi todos una década más jóvenes que yo). Se trataba de una breve escena adaptada a partir del cuento de ciencia ficción Story of Your Life de Ted Chiang.


En febrero de 2022, Rusia invadió Ucrania.


En mayo, siempre en el mismo teatro, participé como actor y dramaturgo en una adaptación moderna de la ópera Don Giovanni de Wolfgang Amadeus Mozart. La titulamos Don Giovanni: Studio in quattro movimenti y fue el resultado final de un laboratorio de un par de meses conducido por Nicola Badolato, Gabriele Duma y Giuseppe Sigismondi de Risio. Fue la primera vez que tuve un público verdadero delante de mí (aunque formado sobre todo por compañeros de estudios, amigos y profesores) y debo decir que no la pasé nada mal. 


Terminada esta experiencia, participé en la creación de un espectáculo-cena, junto a estudiantes del pregrado, la maestría y el doctorado, esta vez centrado en la vida y obra del compositor boloñés Ottorino Respighi, como parte de un festival musical organizado por la fundación Musica Insieme en colaboración con la Universidad de Bolonia. Fue una especie de prácticas preprofesionales. Gracias a ellas conocí al historiador de la comida Massimo Montanari. La presentamos en el foyer del Teatro Municipal de Bolonia, en septiembre de 2022. Se tituló Il cenacolo delle beffe, en honor a las reuniones que Respighi y sus amigos organizaban para comer, beber y conversar. Recuerdo que, terminada la función, pensé con alegría que había escrito y actuado en una obra para la cual el público había tenido que comprar una entrada (aunque no recibí un sueldo, solo la cobertura asegurativa durante las pruebas y el espectáculo). 


En octubre de 2022, Giorgia Meloni, líder de un partido de extrema derecha, se volvió jefa de gobierno de Italia. 


Entre febrero y septiembre de 2023, participé en un proyecto de un centro cultural de Bolonia, llamado Ateliersì. Previsioni: Che fai tra vent’anni? consistió en una investigación documental-performativa, dirigida por Andrea Mochi Sismondi, sobre la relación entre los estudios universitarios y la sucesiva vida laboral. Leímos muchos libros, tomamos infinitas fotos, conversamos con tantas personas y el resultado fue un evento en el que los distintos espacios del centro cultural acogieron vídeos, perfomances e instalaciones. Yo presenté un monólogo titulado Altrove. El espacio que me fue asignado no era muy grande, por lo que entraron cuatro o cinco grupos sucesivamente para escucharme hablando sobre trabajo, discapacidad y migración. Fue también la primera vez que me pagaron por mi labor en teatro. 


En medio de este proceso, en julio, me gradué de la maestría con una tesis sobre la dramaturga y directora chilena Manuela Infante. Muchas personas se suelen quejar de sus asesores de tesis, yo no tengo ningún motivo para hacerlo de Enrico Pitozzi. 


En octubre de 2023, me transferí a Pavía, una pequeña ciudad (la primera en la que he vivido desde que estoy en este país) de unos 70 mil habitantes. Ubicada siempre en la llanura Padana, pero más al norte y al oeste, a unos 30 kilómetros de Milán. Si tuviera que describirla diría que es un castillo, una universidad y un río. 


Ese mismo mes comenzó el genocidio en Gaza.


Entre noviembre y diciembre, volví a Perú. Mientras estuve en Lima, hice una conferencia virtual sobre el teatro italiano contemporáneo (en realidad sobre lo que yo había visto en Italia), invitado por Percy Encinas de San Marcos.


En febrero de 2024, de nuevo en Italia, conocí al hispanista Paolo Pintacuda, de la Universidad de Pavía, que me regaló un ejemplar de su edición del drama barroco español La batalla de Pavía y prisión del rey Francisco de Cristóbal de Monroy y Silva. Este texto fue el insumo principal para mi segunda obra de tema italiano: Pavía, 1525. Cantata antimilitarista para un trío de homo sapiens, a propósito de los 500 años de la batalla que marcó el inició de la guerra moderna. Hasta el momento, no he podido ponerla en escena (el teatro, a diferencia de la literatura, no se hace solo), aunque hice una lectura en voz alta de algunos fragmentos ante un público universitario en Roma, en mayo de 2025, invitado por la investigadora Elena Ritondale, de la Universidad La Sapienza, como parte de un ciclo de encuentros dedicados a difundir la obra de autores latinoamericanos. Debo reconocer que la universidad corrió con los gastos del viaje. Elena también ha publicado, como parte del archivo digital Latilma: Testimonios latinoamericanos en Italia, mi monólogo Altrove


En marzo de 2024, fui aceptado en un curso sobre accesibilidad y artes escénicas organizado por la asociación Fedora, en la escuela de teatro Paolo Grassi de Milán. Mi intención era obtener las herramientas para hacer del teatro un espacio que acoja y no expulse la diversidad. Allí conocí a algunos miembros de la red Alternative Disability Quality Artists, formada por artistas e investigadores teatrales italianos con discapacidad, entre los que destaca Chiara Bersani. También conocí a Linda di Pietro, la directora de Base, un centro cultural milanés en el que participé como voluntario durante el Farout Live Arts Festival (octubre de 2024). A cambio de mi trabajo, pude ver gratuitamente muchos espectáculos y conocer mejor la máquina de producción detrás de un evento de este tipo. 


Entre marzo y septiembre de 2024, a través de una convocatoria pública, fui escogido como dramaturgo para participar en un proyecto escénico organizado por la Accademia dei Filodrammatici de Milán. A partir de una pintura del siglo XIX, un equipo de seis dramaturgos, bajo la conducción de Renato Gabrielli, Tiziana Bergamaschi y Nalini Vidoolah Mootoosamy, escribimos una obra titulada Profughi di Parga Experience 2031, sobre los desplazados por las guerras contemporáneas. Fue la primera vez que trabajé en un espectáculo donde lo visual tenía un peso determinante (en mis proyectos anteriores, la música había tenido un peso mayor). Una lectura escénica de la pieza fue realizada en septiembre, en única función, por la compañía Teatro Utile, formada por actores y actrices con trasfondo migratorio. 


En octubre, salió publicado mi primer artículo en una revista italiana, Hystrio, sobre la obra de la directora argentina Lola Arias. Mi gratitud a la editora, Claudia Canella, por ofrecerme el espacio. (En estos años, he publicado varios artículos sobre teatro en revistas peruanas, pero prefiero no alargar demasiado este texto). 


En noviembre, tuve la oportunidad de ir a la isla de Sicilia, invitado por la Universidad de Palermo (que no cubrió el viaje, pero si las comidas) para un congreso sobre César Vallejo, organizado por la latinoamericanista Giovanna Minardi. Yo fui a hablar de la dramaturgia vallejiana, solo por eso lo menciono como parte de este recuento. 


También nos enteramos que Trump sería de nuevo presidente de los Estados Unidos. 


A fines de ese mismo mes, participé en un festival en un barrio periférico de Milán, Adriano Community Days, organizado por Josephine Magliozzi de Ecate/Magnete, con un recorrido de escucha musical de canciones peruanas de la segunda mitad del siglo XX (rock, folk, punk, metal, indie, pop). Fui invitado de nuevo para hacer una actividad similar en abril de 2025, esta vez con dos sesiones de escucha: una para los internos de una residencia de ancianos (sobre la canción popular italiana de los setenta) y otra abierta (sobre música barroca latinoamericana). Debo decir que es una forma de interacción con el público que me gusta mucho. 


Finalmente, entre octubre de 2024 y junio de 2025, también a través de una convocatoria, fui escogido para ser parte del proyecto Casa Teatro, de la fundación Allianz Umana Mente, el teatro Gli Incamminati de Milán y la Universidad de Pavía. Un grupo de quince jóvenes actores con diversas discapacidades fueron seleccionados para ser parte de un bienio gratuito de formación teatral. Durante el primer año, el recorrido estuvo centrado sobre todo en herramientas actorales (danza, canto, improvisación, clown, marionetas, etc.). Como cierre de esta primera parte, en junio, se presentaron dos funciones de un ensayo creado colectivamente, Il circo delle meraviglie, en cuya escritura tuve la oportunidad de meter la mano. Debería agradecer a cada uno de los maestros y alumnos del curso, pero me concentraré en los tres actores que trabajaron como tutores del grupo: Claudia Zàppia, Nicolò Trullu y Jacopo Bottani. Gracias.


Aquí termina este recuento. 


Han pasado casi cinco años.


Tengo 36.


Y sigo viviendo en Pavía, no sé hasta cuando. 


Gracias a todas, a todos, a todes los que han caminado conmigo.


Disculpen si no he escrito sus nombres. Pero ustedes saben quienes son. 


Yo seguiré intentando hacer este trabajo.


Tan precario en Italia como en Perú.


Hasta que el cuerpo aguante.


Solo les pido que me sigan deseando mucha… 


¡Mierda, mierda, mierda!


jueves, 12 de junio de 2025

Antigone’s Endless Afterlife in Latin America

 



This week I had the opportunity to attend Centroamérica, a powerful and thought-provoking performance by the Mexican company Lagartijas tiradas al sol, presented in Milan (Teatro Fontana) as part of the LIFE Festival (organized by the cultural association Zona K). Founded in 2003 in Tijuana, Lagartijas tiradas al sol is known for blurring the boundaries between documentary, fiction, and performance. The piece, performed by Luisa Pardo and Lázaro Gabino Rodríguez, with space and light design by Sergio López, is a precise and unsettling reflection on one central theme: coloniality.

It is well known that Mexico, despite its own colonial history, has come to play the role of gatekeeper for migrants from Central and South America (much like Libya and Albania do for the European Union). But what struck me most was not just this complicity with United States policies, but the deeper historical violence of the internal borders within Latin America itself. Borders drawn by Spanish, Portuguese, French, and British empires continue to fracture our continent and limit our freedom of movement. Centroamérica brings this legacy into sharp focus.

The performance unfolds in two distinct parts. The first is a meta-theatrical reflection: how does one make a performance about a region that is often silenced, ignored, or stereotyped? What narratives are possible or even ethical? The second part centers on the story of María, a Nicaraguan political exile who asks a favor of the company: to help recover the body of her brother, who died of COVID-19 and was buried in a communal grave, and transfer him to the family plot. Luisa Pardo, a middle-class Mexican artist, accepts the request and assumes María’s identity to cross the border between Costa Rica and Nicaragua, putting her own safety at risk under the repressive regime of Daniel Ortega.

The operation is ethically and aesthetically complex. Instead of adopting the often-unquestioned posture of Mexican superiority toward “smaller” Central American nations (a sense of superiority that is itself a colonial inheritance), Luisa chooses vulnerability. She lends her body and privilege to a gesture of mourning that resists state violence. In doing so, she enacts a contemporary, brown Antigone: transforming a personal request into a profound political gesture, just as feminists have always taught us.