El Trípode de Helena es un blog personal. En la parte superior de la columna izquierda, verán mi retrato y debajo una breve biodata. A continuación, están organizadas las entradas según los temas recurrentes y según la fecha en la que fueron publicadas. Si a alguno de ustedes le intriga el título del blog, de click aquí. Si están interesados en descubrir más acerca de la imagen del encabezado, entren aquí.

domingo, 30 de marzo de 2025

¿Es posible descolonizar el teatro?

 



El teatro, tal como lo concebimos en Occidente y los territorios que han sufrido su colonización, es decir, como recinto y como espectáculo, es una creación ubicada en un lugar y época más o menos definidas: las ciudades-estado griegas entre los siglos VI y V antes de la era común. Precisamente, por eso, por ser un producto de la cultura occidental, es difícil imaginarlo por fuera de esa tradición. Tal vez, un concepto que nos ha permitido hacerlo, en el último siglo, es el de teatralidad, con el que nos referimos al conjunto de prácticas performativas (canto, danza, música, circo, narración oral, títeres, etc.) que son comunes a un grupo humano, sea este una tribu o un estado-nación. Pero muchas de estas prácticas no son reconocidas como artísticas por los circuitos de distribución internacional de la cultura contemporánea: universidades, centros culturales, festivales, etc. A veces, incluso, son despotenciadas bajo la etiqueta de folclore o cultura popular. Todo esto me ha llevado a ser bastante pesimista cuando se trata de encontrar en algún espacio cultural acontecimientos que pongan en jaque el eurocentrismo de las artes performativas. 


Desde el punto de vista del funcionamiento organizativo del teatro, solo las experiencias límite de las vanguardias y, luego, del teatro social y comunitario de los años sesenta y setenta ha imaginado alternativas al ritual burgués que implica comprar una entrada y estar cómodamente sentado un par de horas a oscuras y en silencio. Sobre la escena, en cambio, mucho se ha dicho con las palabras pero poco se ha hecho con los gestos, y el teatro es sobre todo un discurso no fosilizado en un texto (esto se llama dramaturgia y tiene su propia historia y sus propios procesos). Pues bien, este fin de semana, en la sala de la Trienal de Milán, he visto un espectáculo construido solo con gestos, como bien sabe hacer la danza. 


Se trata de Hatched Ensemble de la bailarina y coreógrafa sudafricana (y negra) Mamela Nyamza (Ciudad del Cabo, 1976). En el 2007, ella había propuesto un solo titulado Hatched (palabra que puede ser traducida como “eclosionado”), en el cual danzaba en puntas de pie mientras su pequeño hijo dibujaba sobre el escenario. Era una forma de mostrar lo difícil de conciliar maternidad y trabajo para una mujer artista. Sin embargo, la nueva versión del espectáculo, para un conjunto de once bailarines, una cantante y un músico, amplía el horizonte al enfocarse no solo en una historia individual, sino en una problemática colectiva: la dificultad para los artistas negros de insertarse lavorativamente en el mundo de la danza contemporánea. Las razones son muchas, pero una es la principal: el racismo


Al inicio del espectáculo, los miembros del ensamble, con los torsos desnudos y de espaldas al público, se mueven lenta y delicadamente. Se trata de imitar la estética de la danza clásica con más resignación que entusiasmo. Pero en la segunda parte, después que los bailarines se han despojado de unos tutús rojos que aprisionan sus cuerpos, se despliega una danza que incorpora la fuerza de la música y los bailes africanos. Aquí, la actitud de timidez de los danzantes desaparece, dejan de ocultar el rostro y el pecho, se muestran alegres y orgullosos, emancipados. Ya no deben copiar la morbidez de los cuerpos blancos, su lánguida nulidad. Al final, un canto colectivo reemplaza al canto solista, la percusión toma el lugar del piano. Y los espectadores no sabemos si hemos asistido a una performance contemporánea o a una fiesta antigua. 


Salgo de la sala con las manos adoloridas de tanto aplaudir y con una idea fija en la cabeza: Además de un cerebro y un corazón, solo las personas negras tienen un cuerpo; el resto, tenemos la mitad; y los blancos, solo la mitad de la mitad. 

domingo, 23 de febrero de 2025

Filoxenia


A propósito de una noticia que leí hace unos días en Internet, le pedí a ChatGPT, una red neuronal desarrollada por OpenAI, organización dirigida por Sam Altman, con sede en San Francisco, California, EE.UU., de escribir un resumen del hecho:


Tragedia frente al Ufficio Immigrazione en Roma

En la noche del 27 al 28 de enero de este año, un hombre fue encontrado muerto frente al Ufficio Immigrazione de la Questura de Roma. Según los testigos, se trataba de una persona de avanzada edad que había estado esperando en la fila para realizar un trámite de solicitud de asilo.

La Unione Sindacale di Base-Migranti denunció que el fallecido era una de las muchas personas que deben hacer largas colas a la intemperie para gestionar documentos esenciales. Asimismo, atribuyó su muerte a la atención inhumana que reciben los migrantes por parte de las autoridades.

En cambio, la Questura sostuvo que el fallecido no era un solicitante de asilo, sino un ciudadano rumano con una orden de alejamiento del territorio italiano, y que su muerte ocurrió mientras dormía en un refugio improvisado cerca del lugar.

Varias organizaciones convocaron una manifestación el 29 de enero en Piazza Santi Apostoli para exigir justicia y mejores condiciones para los ciudadanos extranjeros. Por su parte, la senadora Cecilia D’Elia (Partito Democratico) relacionó el incidente con el decreto-ley 133/2023 (Disposizioni urgenti in materia di immigrazione e protezione internazionale) que ha restringido la concesión de permisos de residencia. La asociación Nonna Roma criticó la falta de respuesta institucional y consideró el suceso como un reflejo de las prácticas que fuerzan a los migrantes a la irregularidad.

Este trágico hecho pone en evidencia una problemática estructural en las oficinas de inmigración de Italia, no solo en Roma, sino en otras grandes ciudades, donde se reportan condiciones indignas y prácticas burocráticas que dificultan la regularización de los migrantes. Mientras tanto, diversas organizaciones sociales piden reformas urgentes para garantizar el respeto a los derechos de las personas extranjeras en el país.


Luego, le pedí a ChatGPT que escribiera un poema en base a esta noticia. Le di solo tres indicaciones: que fuera breve, que estuviera escrito en cuartetos y que imitara el estilo de la poesía de Martín Adán (Ramón Rafael de la Fuente Benavides) muerto en un hospital de Lima, en la noche del 29 de enero de 1985, exactamente cuarenta años antes del migrante en Roma. 


Filoxenia

¿Qué sabes tú de un animal en Roma?

¿Un animal sin más que su fila,

que espera, como otros,

bajo la luna de enero?


¿Te has informado, alguna vez,

desde tu cálido asiento,

de su soledad tan mortal 

como el puñal de un carnicero?


¿Acaso has muerto, tú también,

en una calle exhausto,

sin apelar la sentencia

de un forzado descanso?


El Otro, el Prójimo, no existe ya,

es un fantasma,

un ruido que se pierde,

entre gritos ahogados.


En París, en Madrid, 

en Berlín, en Washington,

los burócratas se preparan

para lavarse las manos.


Pavía, 30 de enero de 2025