(Hace poco, una alumna del programa para gente que trabaja de la universidad en la que enseño me escribió este correo. Me emocioné, sobre todo porque ahora sí me emociono más seguido, de verdad).
Estimado profesor Arenas:
Buenas
noches, quizás no tenga oportunidad de comunicarme con usted más
adelante, aunque uno nunca sabe dónde se va volver a encontrar con las
personas que pasan por nuestras vidas. Igual, no quiero dejar pasar esta
oportunidad para agradecerle por su dedicación, paciencia y
profesionalismo. Siendo tan joven maneja muy bien a sus alumnos, sin
perder el sentido del humor, pone en claro quién es la autoridad en el
aula, eso es tener personalidad.
Me
da mucho gusto que la universidad cuente con buenos profesionales como usted,
recuerdo cuando se presentó el primer día y nos comentó que tenía 28
años, se me vino a la mente la edad de mi hijo mayor.
En
estos casi dos meses he aprendido mucho de sus enseñanzas, la cuales son y
serán de mucha utilidad en mi vida laboral y personal. Como le comenté
en algún momento, tengo que desaprender muchas cosas para aprender.
Le deseo los mejores éxitos en su vida profesional y personal.
Que tenga un buen fin de semana,
E. V.
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