El Trípode de Helena es un blog personal. En la parte superior de la columna izquierda, verán mi retrato y debajo una breve biodata. A continuación, están organizadas las entradas según los temas recurrentes y según la fecha en la que fueron publicadas. Si a alguno de ustedes le intriga el título del blog, de click aquí. Si están interesados en descubrir más acerca de la imagén del encabezado, entren aquí.

sábado, 3 de agosto de 2013

Periodificación preliminar del último siglo


“... este argumento, como el mío, persigue un equilibrio sutil
entre la percepción de lo particular y el reconocimiento de lo común”.
Martha Nussbaum


Primera etapa

En las postrimerías del Estado Liberal (antes del crack financiero del 29 y de la Segunda Guerra Mundial), convulsionado por las luchas sociales de los obreros, mujeres y otros sectores marginados de la sociedad que buscaban mejor sus condiciones de vida -en muchos casos infrahumanas-, se consolidó el “modelo Ford” que acentuaba su preocupación en el aumento de la producción aminorando el costo para generar una mayor rentabilidad. Los seguidores de este modelo suponían que el crecimiento de la oferta generaría una mayor demanda. La consolidación del capitalismo –o el “libre mercado”- por las dos Revoluciones industriales, acaecidas entre la Revolución Francesa (1789-1799) y la República de Weimar (1919-1933), no careció de una oposición en el seno de las sociedades modernizadas. Así, hacia el final de este período aparece un nuevo modelo, basado en la propaganda, en el marco del auge de los fascismos y el comunismo totalitario.

Segunda etapa

La perspectiva cambia después del Holocausto. Con el inicio de la Guerra Fría y el nacimiento de las Naciones Unidas (1945), el mundo postbélico vive en un tenso equilibrio entre dos paradigmas distintos: el soviético y el american way. El “modelo Goebbels” expande su dominio con su lógica basada en la eficacia, es decir, en aminorar el costo de la inversión a través de la validación constante de la oferta en la mente del consumidor. Aparecen la publicidad, los estudios de mercado y los focus groups (1956). El estado asume la responsabilidad derivada de las exigencias reclamadas por los ciudadanos: educación, salud y demás servicios básicos. De este lado de la “cortina de hierro”, el Estado de Bienestar aparece constantemente en nuestros sueños.

Tercera etapa

Estado Neoliberal (década de los ochenta): reducción del estado y políticas económicas ortodoxas cimentadas en los indicadores económicos (riqueza material). La crisis del Estado de Bienestar marca una escisión en el seno de la comunidad europea; se apartan los países nórdicos quienes mantienen sistemas económicos protegidos y un estado fuerte. En el resto de Occidente, la consolidación del neoliberalismo (Tatcher, Reagan, Juan Pablo II, Pinochet o Fujimori) trajo consigo la implantación del “modelo Clausewitz”, en el cual la guerra por controlar el mercado se centra en estrategias destinadas a desestimar la oferta de los competidores. La mercadotecnia también se aplica a la forma de conducir las políticas públicas, que son encargadas a tecnócratas para quienes el sistema de gobierno es irrelevante: “gobernanza sin democracia”. La competitividad construye nuevos parámetros de éxito: ya no la satisfacción de los deseos del consumidor o ciudadano; sino el aumento de las ventas y el rating.

Cuarta etapa

Desde el seno de las Naciones Unidas y su famosa Declaración (1948) –documento algo olvidado- se hace hincapié en la construcción de un modelo alternativo centrado en el “desarrollo humano” (Amartya Sen). El Estado de Derecho (duramente criticado por Rancière), se fundamenta en el concepto de Gobernabilidad democrática. Con el cambio de siglo, la sostenibilidad es el indicador priorizado, tanto en el contexto económico (Responsabilidad social empresarial y la visibilización de los stakeholders), político (tecnocracia ética), medioambiental (“responsabilidad intergeneracional” debido al Cambio climático) y religioso (consagración de la Teología de la Liberación en el seno de la ortodoxia católica y recuperación del espíritu del Vaticano II). El modelo al cual parece virar el mundo -o los que más nobles intenciones con respecto a él tienen- es el de la “ética del desarrollo” (Kliksberg, Nussbaum).